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13/03/2012

La actualidad de la lucha de los estudiantes colombianos

La hipocresía democrática dividió la MANE

El movimiento estudiantil demostró el año pasado la capacidad que tiene para hacerse sentir en la sociedad Colombiana; demostró su juventud, su energía y una gran creatividad para decir las cosas a través de la movilización y la huelga, de su peculiar simbolismo; mostró ser un sector coherente para gestionar actividades por fuera de la región y llegar a tener alcance nacional. A las asambleas se pudo atraer a los padres de familia, no muchos pero si se logró un apoyo que antes no se había logrado, los obreros en huelga de la multinacional Pacific Rubiales se presentaron y no sólo dieron solidaridad  con la causa sino que también la pidieron. El estudiantado mostró su capacidad para llegar a lo más profundo de la gente, y la gente lo aceptó porque posee una gran necesidad de expresarse, pues ha retenido durante mucho tiempo toda su inconformidad y espera con ansias el primer medio que aparezca que le permita dar rienda suelta a los males y la miseria que la aquejan producto de la explotación de la burguesía y el imperialismo.

En un país en que, por un lado, el monopolio de los medios de comunicación pertenece a las clases dominantes y por otro se asesina a un personaje como Jaime Garzón y a miles de dirigentes y activistas; sería muy ingenuo aquel que creyera letra por letra la cínica declaración de que existe libertad de prensa, o muy desconectado de su realidad quien no conociera al menos por charla la dura y miserable situación que atraviesa el trabajador colombiano. Sin embargo, puedes encender tu televisor y sumergirte en el fabuloso mundo de la Colombia de las clases dominantes: “Vamos progresando, solamente hay que acabar con el terrorismo (que no nos deja ir a la finca y asusta a los inversionistas gringos), pronto seremos como los Estados Unidos gracias al TLC”. No obstante, todo esto, el movimiento estudiantil consciente de la labor de desinformación supo comunicarse con la opinión pública ya de por si bastante manipulada, e impidió la satanización del movimiento. Sin embargo, estos sucesos también nos dieron a conocer los enormes problemas que atraviesa el movimiento estudiantil.

Se puede categorizar el movimiento que se generó como algo espontáneo, que desbordó cualquier organismo político del estudiantado; ninguno de ellos ni siquiera el conjunto tuvo la capacidad de orientar y de darle perspectivas. Es así como luego de la pequeña jugarreta política que puso el presidente Santos en consecuencia con su línea de apariencia democrática que intenta ocultar los tintes fascistas del anterior gobierno Uribista, pudimos presenciar el vergonzoso espectáculo que dio la MANE en su intento de manejar la situación. El proyecto de reforma a la ley 30 fue solamente la chispa, su lugar en los acontecimientos fue el de llamar la atención, pero la desbordante energía que almacenaba sobrepasaba con creces los mismos cimientos de la ley 30 de 1993, esta potencialidad transformadora proviene de la acumulación de tres décadas de un proceso privatizador a gran escala, en el cual la reforma pertenece a su última etapa financiera, la situación asemejaba a un tanque con abundante combustible al cual se le había prendido una mecha hasta que llegaron los bomberos y la sofocaron antes de que estallara, lo curioso es que el sofocamiento vino desde adentro. Podemos imaginarnos al descendiente de la poderosa familia Santos diciéndonos: “No se lo esperaban”, es verdad, nadie lo esperaba, ni que el gobierno cediera “tantico”, ni que el movimiento se resquebrajara lleno de confusión y fue entonces cuando los medios de comunicación influyeron; hicieron presión al notar debilidad. Y el estudiantado se partió en dos, y un proceso de esas características no puede dividirse porque se condena al fracaso. El estudiantado tenía un programa: Educación gratuita, financiación estatal a partir de la nacionalización del petróleo de las multinacionales gringas y demás recursos sin indemnización, autonomía universitaria y salario digno para los trabajadores, pero al parecer no sabía cómo llevarlo a cabo por no tener una dirección sólida y consecuente, estructurada, que abra caminos, nos convertirnos en juguete de los tiranos, como esta vez, de la hipocresía democrática del gobierno santista. Lo más resaltante aún, y además lo que pudo percibirse con claridad fue la división entre la base estudiantil y su dirección, se acusó a la MANE de ser ilegítima y de no representar los intereses del estudiantado, de tomar decisiones sin tenerlo en cuenta. Grave denuncia. Muestra de una crisis de dirección y de organización. Esos hechos sacan a relucir una incorrecta forma de actuar de parte de los estudiantes “politizados” “de sectores seudoizquierdistas  que ejercen cierta influencia en el estamento estudiantil, y es la de utilizar las asambleas estudiantiles como simple legitimación de decisiones tomadas de antemano por grupúsculos sin preocuparse por las profundas aspiraciones de la población estudiantil. Este método de acción asociado con la falsa democracia representativa de los poderosos, no tiene ninguna justificación en la comunidad estudiantil en donde es incluso es necesario aplicar una democracia absoluta, participativa y fundamentada en la histórica autonomía universitaria y libertad de crítica; al actuar así la dirección estudiantil está evadiendo la labor primordial de organizar el movimiento contribuyendo contrariamente a su entorpecimiento y dispersión. Esta situación no necesita pruebas, fue un hecho fácil de percibir en el ambiente de las reuniones, es una sensación que la gente misma transmite.

Así que lo que hay que hacer es reforzar el vínculo entre una dirección consecuente elegida democráticamente y su base; esos estudiantes “politizados” no deben utilizar la asamblea decisiva para legitimar sus propuestas tomando provecho de la anarquía con que se caracterizan estas asambleas generales. Las asambleas hay que utilizarlas pero en un número mayor. Hay que celebrar asambleas en todas las facultades posibles que sean deliberativas, y su uso debe consistir en la defensa de sus tesis mediante la discusión y la argumentación. Deben demostrar la justeza de su línea en lo abstracto y las posibilidades que abarca en lo práctico; deben generar publicaciones y escritos que difundan un programa coherente o a través del grito para aquellos que tienen buena voz, intentando llegar a la mayoría de la población estudiantil. Hay que ser vanguardia en la organización y convocación de las asambleas, pero también en su carácter debativo y de contraste, dándole una mayor cualificación que la de logística del activismo. Esta labor es la que la dirección se ha “saltado” para llegar al momento de la toma de decisiones porque se ha hecho en pequeña escala en grupúsculos y no proporcional al movimiento espontáneo, por eso afirmamos que el movimiento desbordó su dirección. Por otro lado, si al momento de la propuesta de Santos no se habían creado los mecanismos de comunicación con la base y ya no hubiera tiempo para crearlos, la dirección debió leer los deseos de la base como es propio de su envestidura y decidir si se quería detener o llegar a las últimas consecuencias (en ese momento específico mucho antes de la crisis posterior). En este orden de ideas no desaprobamos la formación de grupos o la existencia de ellos sino que criticamos su desvinculación de la base estudiantil que se vio expresada en la pérdida de confianza en la decisión de la MANE de abandonar el paro y en la reacción de crear una MANE alternativa. Ante esto es imprescindible un cambio notable en la dirección de la MANE que sea sentido por toda la comunidad universitaria sin recurrir a la división, estableciendo mecanismos de consenso que lo permitan.

Para terminar, al detenerse sobre la evaluación de lo que sucedió e identificar los problemas fundamentales nos queda resaltar las tareas a realizar: La construcción de un movimiento estudiantil organizado con una sólida dirección que lo guíe y que lo represente, y que además sepa ligarse con la causa de las clase obrera y sectores populares y capas sociales en pugna y adquirir un nivel político. A aquellos que nos faltó madurez para la coyuntura debemos evolucionar y adquirir la experiencia en este nuevo trayecto que inicia de lucha estudiantil.

Por  comités estudiantiles realmente representativos y democráticos
Por educación gratuita y de calidad
Por autonomía universitaria
Nacionalización del petróleo y demás recursos sin indemnización para que haya educación y salud gratuita y salarios dignos para los obreros.

ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD DEL VALLE

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