La heroica acción independiente de las masas de Kirguistán del mes de abril derrotóen las calles al gobierno asesino de Bakiev, desarmó a la policía y dejó descalabradoal estado y al régimen. Sin embargo, no pudo tomar el poder expropiando a la burguesía e imponiendo un gobierno obrero y campesino

Kirguistán: una revolución cercada

Con pogroms fascistas, con el ejército del gobierno pro-imperialista de Roza Otumbayeva, intentan expropiar y derrotar la revolución

 

En el mes de abril del 2010, una magnífica revolución proletaria estalló en Kirguistán. Una gran acción independiente de masas que desarmó a la policía asesina, puso en pie milicias obreras e hizo resurgir los Kurultays -asambleas populares- ocupando los edificios gubernamentales, quemando las comisarías, descalabrando al estado burgués; con la policía huyendo y los obreros armándose, las masas derrocaron al gobierno asesino de K. Bakiev (que impuso un 200% de aumento a los precios de los alimentos), quien huyó como una rata a exiliarse a Bielorrusia.
Por ausencia de dirección revolucionaria y sobreabundancia de direcciones traidoras, los trabajadores y las masas empobrecidas de Kirguistán, a pesar de su heroísmo, no pudieron avanzar en tomar el poder e imponer un gobierno obrero y campesino, destruyendo la base militar yanqui de Manas, desde donde se garantiza la ocupación de Afganistán con miles de soldados yanquis y tropas de la OTAN. Tampoco pudieron destruir la base rusa que se encuentra en Kant y echar a las tropas rusas que juegan el rol de policía interna en las ex repúblicas soviéticas como Kirguistán. Tropas del ejército del carnicero Putin, que masacró en Chechenia, Daguestán, Osetia del Norte, Georgia, imponiendo el terror blanco, como fiel continuador del ejército blanco zarista.

Solo el triunfo de la revolución le hubiera asegurado a la clase obrera y a las masas kirguises obtener el pan, vivienda digna, educación para sus hijos y parar la brutal carestía de la vida. Por el contrario, al no haber el proletariado concretado estas tareas, la burguesía “democrática”, bajo la dirección de Roza Otumbayeva salida del propio riñón de Bakiev, montándose sobre la lucha de las masas, expropió el poder a esas masas revolucionarias. R. Otumbayeva asumió el gobierno en Kirguistán, bajo la promesa de “democratizar” el país, llamó a elecciones y prepara un referéndum constitucional. Anuncia que va a juzgar y castigar al corrupto Bakiev, para congratularse con las masas insurrectas, intentando así desviar la revolución que aún se encuentra latente en el norte de esta ex república soviética.

Tal como el imperialismo y la burguesía internacional, apoyado en las direcciones reformistas de las masas, lo hicieran en Palestina, Argentina, Bolivia, Madagascar, la enorme revolución kirguís se encuentra cercada para intentar imponerle a las masas la derrota de su combate.

Con pogroms, con el gobierno de Roza Otumbayeva y su ejército masacrador, apoyado por el imperialismo, la burguesía intenta aplastar la revolución obrera y campesina
 
El 11 de junio, a dos meses de sus acciones revolucionarias de abril, en las ciudades de Osh y Jalalabad -dos de las principales ciudades ubicadas al sur de Kirguistán, región de origen del depuesto presidente K. Bakiev-, tuvieron lugar sangrientos ataques a las comunidades uzbeca y kirguís, bajo la cortina de humo de una guerra "interétnica". Casi de inmediato saltó a la luz, que se trató de una siniestra provocación del imperialismo yanqui, de un verdadero putch contrarrevolucionario preparado y financiado por éste, vía su base militar de Manas y con el apoyo de Bakiev. Grupos de choque fueron organizados con mercenarios de procedencia tayika, los mismos que el imperialismo utiliza como verdaderos señores de la guerra en Afganistán para proteger, de la resistencia de masas, los envíos de hombres y pertrechos que realiza el imperialismo yanki. Prueba de que quien está detrás de este putch es el imperialismo yanqui es que la política que están aplicando en Kirguistán es la de la "guerra de civilizaciones" que profundizaron contra las "tribus atrasadas" y "bárbaras". En las academias militares los marines yanquis aprendieron que jamás un "civilizador" podría aparecer sin aliados "entre las tribus bárbaras" puesto que lo único que lograba es que todas esas tribus se unieran para derrotarlo. Así le sucedió al general Custer que fue derrotado y muerto en 1876 con 210 de sus hombres del séptimo regimiento de caballería en la batalla de Little Big Horn, donde el jefe indio "Caballo Loco" había logrado unificar contra ellos a todas las tribus. Pero Obama, el Pentágono y el CNTCOM (Comando Central militar de EE.UU.) quedaron al descubierto de su falsa "guerra interétnica" cuando comenzaron a surgir, fundamentalmente en Jalalabad, comités de defensa de kirguises y uzbecos que en conjunto se defendían del ataque mercenario. Es allí justamente, en estos comités donde aún vive la revolución kirguís.

Este feroz ataque, perpetrado por el imperialismo bajo la máscara de una guerra “interétnica”, al momento ya ha provocado más de dos mil muertos en su mayoría niños, mujeres y ancianos uzbecos. Ante este verdadero pogroms (palabra rusa que significa devastación) fascista que provocó la huída masiva del pueblo uzbeco, el gobierno se vio obligado a abrir de forma unilateral las fronteras con Uzbekistán pudiendo ingresar alrededor de 50.000 refugiados, pero quedan otros 400.000 anclados en la frontera en condiciones desesperantes. Además la prensa da cuenta de una enorme cantidad de mujeres y niñas Kirguises y Uzbekas violadas.

Semejante matanza le dio a R. Otumbayeva la justificación perfecta para sacar al ejército a las calles. Antes de hacerlo, pidió a Rusia el envío de tropas para contener la situación, pero Putin -que fue el que le aconsejó “guardar” al ejército en los cuarteles cuando las masas estaban en su mayor ofensiva, para evitar que este pudiera partirse horizontalmente y los soldados se fueran a incorporar con sus armas a los piquetes obreros, transformándolos en verdaderos soviets- le negó el apoyo, llamándola a que utilice el ejército kirguís. Es decir, que sea ese ejército el que realice el trabajo sucio. Así Roza Otumbayeva decretó el Estado de Sitio en la región y el ministro de defensa, Bolot Cher, autorizó a las tropas disparar “a discreción y sin previo aviso”. Con este ataque a las masas que el putch fascista impuso en el sur del país se aísla y cerca la revolución que se desarrolló en el norte del país en el mes de abril y que aún sigue latente.
El ejército Kirguís de gurkas y cipayos, que se quedó acuartelado por pavor de que las masas revolucionarias lo parta horizontalmente, esta vez, con el putch contrarrevolucionario, logró legitimarse para actuar abiertamente no contra los progroms sino contra los obreros uzbekos y kirguises del sur del país, y para desarmar a la milicia obrera del norte.

¿Qué es lo que obligó a semejante concentración de fuerzas contrarrevolucionarias sobre Kirguistán, este pequeño país de sólo 5.5 millones de habitantes y económicamente destruido?
Es que el capitalismo se encuentra sumergido en una crisis económica mundial sin precedentes, que indefectiblemente tiene que descargar sobre el conjunto de la clase obrera mundial para que sea ella quien pague la crisis que la propia burguesía generó, por lo que no puede permitir ningún triunfo revolucionario. Pues sería peligrosísimo, dado que cualquier revolución o intento que se escape de control sería un shock eléctrico que podría abrir la revolución en los países centrales europeos donde el proletariado está sufriendo un brutal ataque por parte de sus propias burguesías. Esto significaría la muerte del capitalismo imperialista putrefacto y es a lo que le tienen terror.

En particular, el imperialismo yanqui necesita como el agua no dejar piedra sobre piedra de la heroica revolución que se iniciara en el norte del país. Tienen que derrotar a los embriones de doble poder que la masas han conquistado porque estos no pueden convivir ni un minuto más con su base en Manas. Necesita urgentemente estabilizar la región, puesto que de mantenerse, la revolución kirguís significa un ataque permanente a su dominio, a sus propiedades y su base militar.
Al imperialismo yanqui le va la vida en derrotar a las masas revolucionarias de Kirguistán, porque es desde este país y de su base militar en Manas desde donde envía tropas y pertrechos para masacrar a las masas de Afganistán. Masas afganas que con sus combates heroicos, a pesar de toda la artillería y masacre recibida multiplican su resistencia con la que han hecho entrar en crisis al estado mayor imperialista -Obama echó al general McChristal- y mantienen estancada la ofensiva de los EE.UU., quien ve amenazado su dominio en toda la región ante el fantasma de que se le produzca un “nuevo Vietnam”. Es por eso que en Kirguistán no duda, tal como lo implementó en Palestina, en Bolivia, en Haití, en Grecia y ayer en Honduras, en desatar este pogrom organizado en el sur del país.

Mientras tanto, el ejercito kirguís bajo las órdenes de la “democrática” R. Otumbayeba y bajo la dirección de Rusia y el imperialismo alemán –que interviene vía los paracaidistas del ejército blanco asesino de Putin- lanzan esta feroz represión en el sur del país que es la forma con la que aterroriza a las masas del norte, cuna de los organismos de poder dual de las masas kirguises para derrotarlos y no dejar ni vestigios de ellos. Es que necesitan arrodillar a las masas insurrectas. Tienen que derrotarlas de forma que nunca más se subleven y poder entonces subordinarlas definitivamente al poder de la burguesía imperialista.
También para Rusia es de vida o muerte lograr que la revolución kirguís no triunfe, ya que de hacerlo se extendería sin duda a toda el Asia central, a China, donde cada día entran al combate cientos de miles de obreros y campesinos pobres. Sobre todo temen que la revolución se cuele en la propia Rusia, donde también comienzan a aumentar significativamente las movilizaciones opositoras. Sin embargo Rusia se negó a enviar bajo su sola responsabilidad las tropas requeridas por Kirguistán, aduciendo que se trata de un conflicto interno y que solo tomaría esa determinación de acuerdo a la carta de la ONU y en consulta con la OTSC (Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva) que es un organismo que agrupa a todas las ex repúblicas euroasiáticas de la ex URSS. Es que el asesino Putin con su ejército blanco, que masacra y oprime a las minorías nacionales, como en Chechenia, Daguestán, Osetia del Norte, Georgia, no puede ser garante de “pacificar” la región.
¡No habrá paz en Kirguistán hasta que no se liquiden las bases yanqui y rusa y la revolución kirguís se transforme en la avanzada y mejor aliada de las masas afganas para aplastar la invasión sangrienta de la OTAN encabezada por el imperialismo angloyanqui en Afganistán! ¡Con las milicias de obreros, soldados y campesinos, hay que marchar sobre la base imperialista de Manas y destruirla! ¡Hay que marchar con la milicia obrera y campesina a la base rusa de Kant y destruirla! ¡Cada bolsa negra que llegue a Washington o Moscú hará que la milicia se vuelva de masas! ¡Al terror blanco de la burguesía solo se puede responder con el terror rojo de las masas revolucionarias y sus milicias armadas!

Kirguistán se ha transformado en un centro de preocupación para el imperialismo y también un punto de apoyo para la lucha antiimperialista de las masas del mundo

Kirguistán se ha convertido en una cuestión crucial para los intereses del imperialismo en esta región, porque lo que realmente se está preparando detrás de bastidores es el estrangulamiento de la revolución entre “las burguesías democráticas” expropiadoras de revoluciones, y putchs fascistas para, una vez cercada la revolución, liquidado todo vestigio de poder dual y derrotadas las masas kirguises, proceder a la partición de la nación entre las distintas potencias imperialistas y los países capitalistas intervinientes. Estados Unidos, Alemania, Rusia y China son los principales interesados en la balcanización de Kirguistán. Por ello la base militar yanki de Manas no puede seguir conviviendo con organismos de doble poder armados por mucho tiempo, y hoy es de extrema urgencia no dejar ni rastro de los mismos, por lo que su política es dividir a las masas kirguises, enfrentar a las nacionalidades que hasta aquí convivían, y así legitimar que el ejército de R. Otumbayeva aplaste a los consejos conjuntos de kirguises y uzbecos y los kurultays del norte. Lo fundamental que persigue es que no se unan las masas kirguises contra el imperialismo y que esto profundice la revolución que iniciaran las masas en abril.
 
¡Para derrotar a los mercenarios que masacran a las masas en el sur hay que poner en pie y extender la milicia obrera de kirguises y uzbecos armados! ¡Deben ponerse nuevamente en pie las milicias armadas que en abril, expropiando las armas a la policía y con su acción revolucionaria, descalabraron al estado burgués! ¡Deben llamar desde los kurultayes -asambleas populares- que resurgieron en abril a armarse y llamar a la unidad con las masas afganas para defenderse de este feroz pogroms!

¡Hay que fortalecer, extender, generalizar y armar a los Kurultayes por todo Kirguistán para aplastar el ataque contrarrevolucionario, derrotar las bases yanquis y rusas y expropiar a la burguesía para conquistar el pan, la tierra y la independencia nacional!

Solo la clase obrera kirguiz, como caudillo de todos los explotados de la nación, puede garantizar el pan, la tierra y la independencia nacional. Ninguna “concesión” hecha por el nuevo gobierno, o por el que saldrá de las elecciones adelantadas, podrá compensar las masacres y la degradación en las condiciones de vida de las masas que los capitalistas le han impuesto a las masas, pues la permanencia del sistema capitalista, de su estado y regímenes, del sojuzgamiento imperialista de Kirguistán, es la fuente de la miseria de las masas explotadas. El ejemplo vivo es lo sucedido en Grecia luego de la aplicación del plan burgués de elecciones anticipadas: después de haber llevado a un importante sector de las masas a los pies del recambio burgués, el gobierno socialdemócrata aplicó ataques aún peores a los impuestos por Karamanlis.
La cobarde burguesía nativa “democrática” sometida al imperialismo, no puede hacer siquiera una concesión seria a las masas debido a que no están dispuestos a llevar adelante ninguna medida que vaya en desmedro de sus amos imperialistas. Ahí está R. Otumbayeva, la misma que se proponía “salvar al pueblo del gobierno de Bakiev”, decretando el estado de sitio, poniendo a los milicos nuevamente en la calle con orden de disparar a discreción y sin previo aviso y renovándole los contratos a la base militar yanqui en el país. Únicamente la clase obrera puede dar una salida a las sentidas demandas de las masas, porque sólo tiene cadenas que romper y porque es la clase que tiene la fuerza para hacerlo con sus propios métodos.
¡Ruptura de todos los tratados económicos, políticos y militares que atan la nación al imperialismo! ¡Fuera la base militar yanqui de Kirguistán! ¡Expropiación de todas las transnacionales imperialistas! ¡Nacionalización sin pago de la banca bajo control de los trabajadores! ¡Por la revolución agraria que dé la tierra a los campesinos pobres! Frente a la carestía de la vida: ¡escala móvil de salarios! ¡Por comités obreros de control de precios! ¡Trabajo para todos imponiendo un turno más en todas las fábricas! Ante la sanguinaria represión: ¡por tribunales obreros y populares basados en la milicia obrera para juzgar a los asesinos del pueblo! Estas demandas encontrarán solución definitiva en un gobierno obrero y campesino de las masas kirguises armadas y autodeterminadas. ¡Por un Kirguistán soviético independiente, como parte de una Federación de Repúblicas Soviéticas musulmanas!

La expropiación de la revolución de octubre del ‘17 por parte de la lacra stalinista, no sólo hizo retroceder la enorme conquista nacional que significó tener sus propias naciones para los pueblos atrasados y cuasi nómades de las regiones musulmanas oprimidas por el zarismo. A ellos, la revolución proletaria de octubre del ‘17 les garantizó la existencia de las naciones mismas y el respeto a su lengua. Y, su federación voluntaria con la URSS significó un enorme avance de sus fuerzas productivas.
Pero, como ya hemos dicho, la expropiación de la revolución de octubre por parte de la canalla burocracia stalinista también significó la supremacía de la burocracia gran rusa, que terminó oprimiendo a las naciones más débiles de la URSS burocratizada, transformándola también a ésta en una cárcel de naciones.
La restauración capitalista del ’89 significó atar con dobles cadenas a esas naciones oprimidas, con la intervención ya directa del imperialismo con sus bases militares. Dicha, restauración capitalista, impulsada por la burocracia stalinista devenida en agente directa del Citibank y nueva clase poseedora a fines de los ’80, a su vez no pudo significar otra cosa que el retroceso absoluto de las conquistas de la revolución proletaria de octubre del ‘17.
Si triunfa el imperialismo yanqui, su masacre y control colonial de Afganistán; si es aplastada, dividida y cercada la revolución kirguís, se impondrá la contrarrevolución directa en toda la región; y las ex repúblicas soviéticas de Eurasia terminarán de ser definitivamente protectorados, con sus fronteras desdibujadas por la explotación y el saqueo imperialista. Cada vez más, el verdadero estado en esas nuevas colonias son las bases norteamericanas, inglesas y alemanas que las controlan y dominan.
La orden que sale de la base de Manas, de Moscú, de la Merkel y el imperialismo alemán -que junto a EEUU, o disputando con él, controla la ruta del opio de Afganistán como negocio para los grandes laboratorios- no es otra que la de dividir Kirguistán entre uzbecos, kirguises y orgur, en 3 ó 4 naciones liliputienses para controlarlas como protectorados y como ruta de paso del opio, del contrabando y el nuevo negocio del níquel, que se ha descubierto en Afganistán.
Así, la revolución kirguís no podrá triunfar sin combatir por la restauración de la dictadura del proletariado en Kirguistán, Uzbekistán, en Kazajistán, es decir en lucha por sublevar a las masas de las ex repúblicas soviéticas musulmanas como la avanzada más certera para aplastar al comando yanqui que masacra en Afganistán y Pakistán.

La clase obrera y las masas empobrecidas de Kirguistán tienen que realizar un llamando a las masas afganas, uzbecas, tayicas y de todo el centro de Asia. Ellas serán sus mejores aliadas, para retomar el camino que impusieron los kirguises del norte que con sus milicias, en el mes de abril, se hicieron de las armas de la policía, tomaron los ministerios e instituyeron las milicias armadas, tomaron las tierras y fábricas, atentando contra la ciudadela del poder ¡En base a los organismos armados que las masas conquistaron en el norte, los consejos de defensa conjunta de uzbecos y kirguises del sur, y los kurultayes armados hay que marchar sobre el ejército de la Otumbayeba y dividirlo, ganando a los soldados para estos organismos y estableciendo verdaderos soviets!
¡Esos consejos armados, centralizados, de soldados, obreros y campesinos pobres tienen que tomar el poder! ¡Por un gobierno obrero y de campesinos pobres en Kirguistán!
¡Por una federación de repúblicas soviéticas musulmanas!
¡Por la derrota militar de las tropas yanquis y de la OTAN, comandadas también por los generales asesinos del ejército alemán e inglés!
¡Por un Afganistán obrero y campesino, que se conquistará con su avanzada, la revolución kirguís!
¡Fuera Otunbayeba, verdadera sucesora de Bakiev y la burocracia stalinista, que luego de engañar a las masas con la promesa de elecciones y referendum, no vacila en enviar tropas para asesinar al pueblo kirguis siguiendo las directivas del carnicero Putin! ¡Destrucción de la base militar yanki de Manas y de la base rusa de Kant! ¡Fuera las tropas del ejército blanco del asesino Putin!

El capitalismo en su etapa decadente exacerba a grados extremos la cuestión de las nacionalidades oprimidas

Los uzbecos constituyen el 14 % de la población nacional kirguiz de un total de 5, 5 millones de habitantes, representando el 50% de la población en estas ciudades del sur de este desbastado país. En esta región los kirguises son en su mayoría campesinos pobres y los uzbecos pequeños comerciantes.
En Kirguistán devastado a partir de que el estalinismo lo entregara a la restauración capitalista en 1989, hasta el 2009 el 40 % de su PBI lo constituía las remesas enviadas por los 500-800 mil trabajadores kirguises emigrantes, permanentes o golondrinas, que levantaban las cosechas en Kazajstán y Rusia o que eran vendedores ambulantes en Uzbekistán.
Luego del derrocamiento del gobierno de Bakiev a manos de las acciones revolucionarias de las masas y por terror a que este proceso revolucionario se extendiera a los países fronterizos tales como China, Uzbekistán, Kazajstán, Tayikistán, estos cerraron las fronteras y el intercambio comercial hacia Kirguistán. Este bloqueo provocó la ruina de los campesinos kirguises y de los pequeños comerciantes uzbecos, al mismo tiempo que se fortalecía el contrabando que ya venía siendo manejado por el clan Bakiev y la policía fronteriza de ese lugar.
Antes del estallido de las ex republicas soviéticas de1989, lo que le daba unidad nacional a estos estados era justamente el hecho que existía el estado obrero. La imbricación de las fuerzas productivas con el resto de los ex estados obreros, su económica planificada, aunque dirigida por el estalinismo, es decir de forma burocrática, hacía que estas pequeñas naciones fueran contenidas, puesto que sus economías se suplementaban. Cuestión que estalla en 1989 y lo que demuestra que el imperialismo, al ser reacción en toda la línea, no permite que existan naciones independientes. Por lo que estas naciones quedaron a merced de él que las hundió en la más profunda de las miserias. Como en el caso de Kirguistán el imperialismo, saqueando todas sus riquezas, lo llevó a la ruina total y a su actual estallido, todo esto exacerbado y acelerado por la profunda crisis económica mundial.
El imperialismo agudiza a grados extremos la cuestión nacional y hoy la utiliza para saquear, expoliar, dividir estos territorios, con el fin de explotar mano esclava en su provecho. Y este es el plan que le quieren imponer a las masas kirguises.
Lo único que le garantiza el derecho a la autodeterminación de las masas kirguises, uzbecas, tayikas, y de toda Asia central es reconquistar la dictadura revolucionaria del proletariado.
Ante esta perspectiva tiembla el imperialismo, y lo empuja a éste más y más a acabar con la revolución kirguís de forma inmediata. Es que la unidad de la revolución kirguís y su extensión a toda Eurasia podría ser la dirección más efectiva del proletariado en la guerra nacional en Afganistán e incendiaría toda la región.

Los progroms contrarrevolucionarios y las guerras fratricidas, un instrumento decisivo del control imperialista en la región

Por ello la cuestión nacional de estos estados, será indudablemente un gran motor de la lucha revolucionaria de las masas contra los regímenes y gobiernos contrarrevolucionarios y por la restauración de la dictadura revolucionaria del proletariado.
Sólo el triunfo de la revolución proletaria mantendrá las conquistas nacionales de la revolución de octubre del ’17, recuperando bajo formas soviéticas y revolucionarias la federación de repúblicas soviéticas musulmanas, como parte de la restauración de la dictadura del proletariado en todo el territorio de la ex URSS.
Para someter las naciones de la ex URSS de forma directa al imperialismo, como una súper cárcel de naciones al mando de las bases yanquis y del ejército asesino de Putin, el imperialismo y las nuevas clases poseedoras en las que devino la burocracia stalinista no han dudado en impulsar guerras de masacre y genocidio como en los Balcanes, usando primero a la gran Serbia para masacrar en Bosnia y luego a la OTAN para masacrar en Bosnia, en Serbia, en el Kosovo, y controlar la región, que luego se la disputaron las distintas potencias imperialistas.
La alternativa “de los Balcanes”, de impulsar una invasión rusa para aplastar la revolución kirguís de forma directa y en lo inmediato, sólo podía incendiar a todas las masas explotadas de las repúblicas musulmanas e imponer una Chechenia generalizada en la región. Por ello, la alternativa inmediata no fue la de reproducir la experiencia de Chechenia, una resistencia heroica de las masas que le costara miles de muertos al ejército genocida de Putin.
La “revolución de los Tulipanes del 2005 en Kirguistán” se descubrió como la “revolución” de un déspota pagado por el imperialismo yanqui, como Bakiev, derrotado por las masas en el embate de abril de 2010. Así, el gobierno expropiador de la revolución de la Roza Otumbayeva corría ya el peligro de ser superado por el doble poder de las masas en la revolución misma.
Ya ha quedado claro, con el derrocamiento de Bakiev, que cada una de las famosas “revoluciones democráticas” o “de terciopelo”, o “naranjas”, “de los tulipanes”, etc. no fueron más que una política de adelantamiento preventivo de los títeres locales del imperialismo para expropiar y desviar los embates revolucionarios de las masas explotadas, e impedir un choque directo de ésta contra los estados manejados por los pequeños y grandes dictadores, mercenarios, saqueadores a sueldo de su propio pueblo al servicio del imperialismo.
La alternativa, bajo estas condiciones que impuso la base yanqui con la anuencia del imperialismo alemán, de la OTAN, de Putin y de todas las clases poseedoras de la región, no fue otra que la de crear artificialmente un enfrentamiento fratricida, partir la unidad de las filas obreras, imponer el terror blanco y permitir el ingreso del ejército asesino kirguís para atacar directamente a la revolución.
Esta política de enfrentamientos fratricidas ya fue impulsada por el imperialismo y sus sirvientes, la ex burocracia stalinista devenida en nueva burguesía, como en Armenia y Azerbaiján por el control de Nagorno Karabaj y sus enclaves petroleros de la región.
La única posibilidad entonces de resolver la cuestión nacional no es otra que con el combate por recuperar las ex repúblicas soviéticas, aplastando las bases militares imperialistas, derrotando al ejército blanco asesino de Putin, poniendo en pie los soviets y recuperando la patria de la revolución de octubre con el triunfo de la revolución socialista para poner a ésta nuevamente como conquista de la revolución mundial.

Tal como lo expresamos, en el mes de Mayo de este año en el Organizador Obrero Internacional, ante el estallido de la revolución kirguís, desde la FLTI volvemos a reafirmar que: el triunfo de la revolución proletaria es de vida o muerte para las masas explotadas de la región. Porque si ésta no triunfa, derrotando con las milicias armadas el putch fascista, expropiando a la burguesía y restaurando la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en los ex estados obreros, el imperialismo desmembrará Kirguistán, lo partirá, balcanizará la región e impondrá peores condiciones de hambre, miseria y esclavitud transformando a estas naciones en nuevos protectorados, tal como lo hizo en Irak.
Esta revolución daría un enorme impulso revolucionario a la resistencia afgana, iraquí, palestina y de todo Medio Oriente contra el invasor imperialista. Sería un gran impulso para la resistencia chechena contra las tropas blancas del carnicero Putin; le marcaría el camino por el que debe avanzar la clase obrera griega para derrocar el ataque de Papandreu, y de los parásitos del capital financiero yanqui y alemán. También sería el principal aliado de las cientos de revueltas campesinas contra la burguesía de los mandarines rojos del PC Chino y de la heroica lucha de los obreros de Tonghua y Lingzou que hicieron rodar la cabeza de los patrones…

La revolución proletaria kirguís será parte de una única y misma revolución socialista en todos los ex estados obreros, comenzando por Rusia. Así la clase obrera rusa, para triunfar en su lucha y movilización por salario y trabajo, contra el ataque de Putín, tiene su mejor aliado en los explotados de las nacionalidades oprimidas y por ello debe levantar sus demandas ¡Combatamos con nuestros hermanos kirguises para derrotar el putch fascista yanqui! ¡Fuera las tropas rusas de Kirguistán! ¡Fuera el asesino Putin y su ejército blanco de Chechenia! ¡Por la derrota del ejército ruso y por el triunfo de la resistencia chechena! ¡Por un Kirguistán soviético obrero y socialista! ¡Por una Chechenia independiente obrera y socialista!
La clase obrera rusa debe imponer la unidad con la clase obrera de Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Letonia, Lituania y Ucrania para derrotar al imperialismo yanqui al grito de ¡el enemigo está en casa, es Putin, la burguesía rusa y su ejército blanco opresor y asesino! Sólo así el proletariado ruso podrá combatir por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias.

Sólo la IV Internacional de 1938 refundada sobre la base de la derrota de sus liquidadores, puede dirigir al triunfo el combate por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias en los ex estados obreros

La mayoría de los renegados del trotskismo se han llamado al silencio frente a la revolución en Kirguistán. El silencio es una de las maneras de sostener el cerco imperialista contra las masas kirguiz. Sin embargo, quienes tomaron la palabra, lo hicieron para lanzar el veneno reformista que el silencio no podía esparcir. La LIT dice que: “La revolución de 2005, conocida como Revolución de los Tulipanes, que derrumbó al gobierno de Askar Akayev, y ahora de 2010, que derrumbó Bakiyev, son extremadamente parecidas entre sí por sus dimensiones, por el grado de espontaneidad de la cólera popular, por la disposición de las personas a la lucha, por las figuras políticas fundamentales y por las medidas tomadas por los nuevos gobiernos”. La LIT-CI desde su “sección Rusa” celebra el combate del proletariado sólo como una “revolución democrática”… burguesa. Es más, lamentan que el “nuevo equipo dirigente nunca pudo consolidarse firmemente”. Con estas afirmaciones, el objetivo de la LIT no es sólo quitarle el protagonismo a la acción de la clase obrera para entregárselo a la burguesía, sino fundamentalmente negar las tareas de la clase obrera rusa, sección desde la cual la LIT saca su proclama, para que intervenga asumiendo sus tareas como clase de un país que oprime y ocupa a una nación. De las tareas de la clase obrera rusa la LIT no dice una sola palabra dando rienda suelta al más fervoroso menchevismo “gran ruso”.

La otra cara de los renegados del trotskismo es la que muestra la LBI de Brasil. Esta corriente niega y liquida la acción independiente de las masas de abril, su armamento y el derrocamiento revolucionario del gobierno de Bakiev, afirmando “Lo que está ocurriendo en la antigua república soviética es en la verdad un cambio de gestores el frente del Estado burgués… Como se ve, se trata de más una falsa “revolución” vuelta a acomodar los intereses capitalistas”. Es que para esta corriente que afirma que el 89 fue una derrota histórica aplastante por todo un periodo histórico para la clase obrera, que ató como toda el ala prostalinista de los renegados del trotskismo, el destino de la URSS al de la burocracia estalinista, y por ello lloran su caída, dan por muerto al proletariado de los ex estados obreros y solo reconocen los movimientos burgueses por fuera de la lucha de clases. Su programa se reduce a “Para las masas, que lucharon tanto antes como ahora contra la miseria capitalista, producto de la restauración capitalista en la URSS, cabe construir una alternativa política independiente de los dos bandos burgueses en disputa.” Es decir, las masas, la clase obrera, derrocan gobiernos, desarman a la policía, ocupan tierras, ponen en pie la autoorganización, enfrentan un putch contrarrevolucionario, retomando objetivamente el camino del combate por la república de los soviet, por la restauración de la dictadura del proletariado, y la LBI desde sus cómodos sillones de San Pablo, secándose las lagrimas por la caída del estalinismo, les dice a las masas de Kirguistán “su lucha no existe, es la burguesía haciendo negocios, mejor organicen una alternativa independiente”. Las masas incendian las comisarías, derrotan a la policía, se apoderan de sus armas, demuelen al gobierno de Bakiev (que impuso un 200% de aumento en los precios de los alimentos), ocupan las casas desocupadas de la burguesía y comienzan a ocupar tierras; y para estos sirvientes del stalinismo, esto es una revolución… ¿De una fracción burguesa??? Pero esto es vestir de seda y como revolucionaria a la Roza Otumbayeva, que supuestamente enfrentó el aumento del 200% de los alimentos que impuso su gobierno, el de Bakiev, del cual ella misma era parte. Mentira. La Roza Otumbayeva, lo que hizo fue expropiar esa gran revolución obrera y campesina -por ahora- porque las masas no tenían una dirección revolucionaria a su frente que las llevará a la victoria.
Ahora bien, si a esa revolución la hubiera expropiado el stalinismo y la hubiera encabezado algún partido stalinista, para la LBI sí sería “su revolución”. Esta es la gente que ha atado la suerte histórica del proletariado a la de la burocracia stalinista. Es el pablismo viendo el mundo desde el espejo del stalinismo. En fin, una secta pablista que viene llorando desde el ‘89 por no poder ser un grupo de presión sobre el stalinismo –como fue el pablismo en la segunda posguerra-, pero que de forma sonriente y alegre, en Brasil sí actúa como el ala izquierda del PSTU para engañar a los trabajadores con el fraude del ELAC y el CONCLAT.

Por ello, estas corrientes, ni en la Cumbre de los pueblos en Madrid donde se juntaron toda la “izquierda anti capitalista” europea, ni en Brasil, en su “Encuentro Internacional” del CONCLAT donde se reunieron los reformistas de todo pelaje, no han planteado ni una sola palabra sobre Kirguistán.
No es de extrañar puesto que allí se negaron a votar la moción presentada por los fabriles de Bolivia para que se llame desde todas las organizaciones obreras presentes a un combate contra las burguesías bolivarianas y sus pactos contrarrevolucionarios en todo el continente. No quieren combatir a esta burguesía, puesto que son sus sostenedores. Tal como en Latinoamérica son sostenedores de los pactos contrarrevolucionarios de las burguesías bolivarianas y del imperialismo vestido de Obama contra las masas. Pactos que actúan en Bolivia, Colombia, Venezuela, y recientemente en Honduras y que le permiten a los hermanos Castro avanzar en el abierto proceso de restauración capitalista en Cuba. Es que la revolución en Kirguistán es la fuerza que necesita el proletariado cubano para sublevarse contra la restauración capitalista e impedir una enorme derrota para la clase obrera mundial.

La dirección revolucionaria que necesitan las masas del centro de Asia, para guiar este combate al triunfo, es la IV Internacional refundada en base a su programa de 1938, el partido mundial de la revolución socialista enemigo irreductible de las direcciones traidoras. La IV Internacional puede entregarle al proletariado de Kirguistán el programa para llevar hasta el final su tradición soviética y dotarlas del programa de la insurrección como arte, debido a que como continuidad del bolchevismo es la única que sigue defendiendo las lecciones de la grandiosa revolución rusa de octubre de 1917. Por ello la FLTI desde las barricadas de los consejos conjuntos de uzbecos y kirguises tiene comprometidas todas sus fuerzas para conquistar un Comité Refundador de la IV Internacional de 1938 para devolverle al proletariado su dirección revolucionaria.
Secretariado de Coordinacion Internacional de la FLTI

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