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10 de marzo de 2021

V Congreso del Colectivo por la Refundación de la IV Internacional / FLTI

Crónica de la Jornada abierta sobre:
“Convergencias entre Trotsky y Gramsci”:
una falsificación neostalinista de los renegados del trotskismo

Extractos de la intervención sobre la traición de Gramsci que analizó Benito Toribio Morales:

a) Gramsci y el “socialismo en un solo país”

El hito de traición gramsciana principal y la clave que dividió aguas fue respecto a la pseudoteoría del “socialismo en un solo país” en 1926.  Hay un intento por parte de muchos renegados del trotskismo de situar a Gramsci en la misma trinchera que Trotsky y la Oposición de Izquierda. Pero, justamente al contrario, ante el tema clave de la pseudoteoría del “socialismo en un solo país” y ante el régimen del partido y la Internacional Gramsci y Trotsky se situaron en trincheras opuestas. Por aquel entonces la Oposición de izquierdas era esencialmente rusa y sus dirigentes y sus cuadros fundadores fueron principalmente miembros de la Oposición de Izquierda del PCUS, como Radek, Preovrashensky, Rakovsky, Smilga y otros. Para la Oposición de Izquierda era clave la lucha para ganar la mayoría de la III Internacional, para sublevarla ante la emergencia de la burocracia soviética.
En esa batalla, Gramsci combatió hasta el final de sus días junto a Stalin.

Mientras en Italia fue Bordiga quien impulsó la lucha junto a los oposicionistas de la URSS cuando el stalinismo comenzó a levantar la pseudoteoría del “socialismo en un solo país”, cuestión que le costara la marginación total de la dirección en el año 1926 y posteriormente la expulsión del PCI en 1930.

Algunos de los cuadros de los Partidos Comunistas de Occidente acompañaron a Trotsky en la lucha de la Oposición de Izquierda y luego en su combate por la IV Internacional y finalmente fueron parte de la fundación de la IV, como Cannon, Rudolph Klement, Abraham León, Heijenoort, etc. Otros, como es el caso de Andreu Nin, Sneevliet, Bordiga o Molinier, acompañaron valientemente la lucha encabezada por Trotsky pero solo por un corto período de tiempo. Gramsci jamás se encontró entre estos aliados. Al contrario, veremos cómo Gramsci fue el aliado de Stalin.

Fue Bordiga, uno de los fundadores destacados del PCI en 1921, el que estuvo junto a Trotsky en esta lucha que se dio abiertamente, chocando contra la burocracia, en el VI Pleno Ampliado del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista en 1926. Recordemos que Bordiga y los bordiguistas romperían luego en los años ’30 abiertamente con el trotskismo, pero aquí en 1926 Bordiga fue uno de los principales aliados de Trotsky en esta lucha internacionalista contra la burocracia. Este acompañó a Trotsky en su batalla en contra del “socialismo en un solo país” que Stalin, Gramsci y Togliatti defendían.

En la noche anterior a la sesión del pleno ampliado en que se trató la cuestión del “socialismo en un solo país” Trotsky y la dirección de los oposicionistas tuvieron una reunión, en la que participó Bordiga, para preparar la sesión, justo cuando simultáneamente Togliatti, el enviado a Moscú por Gramsci, se reunía con Stalin con el mismo propósito.

Bordigaacompañó a Trotsky y defendió en el VI Pleno Ampliado del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista que no era posible pensar una política nacional sin partir de establecer una posición sobre los problemas de la política internacional, que incidía directamente en el plano nacional. Para los detractores del socialismo en un solo país, el internacionalismo es un punto de vista general desde el cual afrontar el análisis de las situaciones nacionales, pero sobre todo una guía para definir las orientaciones políticas. Trotsky y Bordiga eran internacionalistas, por eso se opusieron a la política estalinista del "socialismo en un solo país".
Por el contrario, la camarilla burocrática de Stalin hizo en ese VI Ejecutivo Ampliado (febrero-marzo de 1926) una exposición de la pseudoteoría del “socialismo en un solo país” argumentando que la defensa de la URSS ya no dependía del éxito de la revolución internacional, ni de las luchas del proletariado de los demás países, ni tampoco de la pureza revolucionaria de los partidos comunistas. Para el estalinismo los intereses de la URSS habían dejado de coincidir con los del proletariado mundial. Se sacaron de la manga la pseudoteoría del socialismo en un solo país, que no fue más que un invento tras fracaso de revolución alemana, con una URSS aislada y con unos futuros pactos de coexistencia pacífica del estalinismo con el capitalismo.
Trotsky y los bolcheviques de la III Internacional argumentaron que la alternativa histórica del momento era que o bien se reconocía el carácter internacional de la revolución comunista y el internacionalismo de su programa como una condición imprescindible para la revolución, o bien se aceptaba la falsa posibilidad de construir el socialismo en un solo país y se condenaba al proletariado internacional con la pérdida de la revolución.
En ese VI comité ampliado había que esclarecer la lucha interna del partido ruso, especialmente la polémica mantenida por Stalin contra Trotsky y la Oposición de izquierdas rusa y qué perspectivas establece el partido ruso entre la revolución rusa y la revolución internacional. Para Stalin la perspectiva era su teoría del socialismo en un solo país y la sumisión de la Internacional al partido ruso.
Stalin había prohibido debatir la teoría del socialismo en un solo país, y las cuestiones a debatir debían centrarse exclusivamente en aquellos aspectos de la realidad rusa que afectaran directamente a la Internacional Comunista. Stalin deseaba evitar que Trotsky y los oposicionistas planteasen la cuestión rusa en el Ejecutivo Ampliado, pero no lo consiguió.

Fue Bordiga, como ala izquierda del PCI, el que se opuso ante el mismo Stalin en ese VI Pleno Ampliado, a las persecuciones hacia Trotsky y los oposicionistas, a pesar de no compartir el conjunto de sus posiciones. Trotsky era contrario al intento estalinista de “bolchevización” (estalinización) del Partido Comunista con el cual se pretendía acallar a la Oposición trotskista rusa y perseguir y depurar en los PC de occidente a todos los bolcheviques-leninistas internacionalistas y seguidores de Trotsky en la III Internacional. En este punto Gramsci se vuelve a dar la mano con Stalin y Togliatti manteniendo la concepción de partido donde todos tienen que estar unidos y sin fisuras disidentes que debiliten al PC de la URSS, así mismo Gramsci plantea, como Stalin, que el PCUS fuera el partido dirigente de la Internacional.
Los internacionalistas, al contrario, defendían que para solucionar las divergencias en el PC de la URSS entre trotskistas y estalinistas era necesaria la intervención de los distintos partidos comunistas en la resolución de los problemas internos del PCUS. O sea, al contrario que Gramsci, Trotsky y los oposicionistas defendieron la necesidad de que fuera la Internacional la que decidiera la política interna de Rusia, en lugar de que sea tan solo el PC ruso el que decidiera la política de la Internacional. El problema de la política rusa no podía resolverse únicamente en los estrechos límites del movimiento ruso, era necesaria la colaboración directa de toda la Internacional Comunista. En esta batalla, en ese VI Pleno Ampliado, Bordiga nuevamente estuvo con Trotsky.
Los oposicionistas en el VI Pleno ampliado, además de criticar sin dudarlo el papel dirigente del partido ruso en la Internacional y el proceso de “bolchevización”, también apoyaron el derecho a fracción contra la férrea estalinización y denunciaron la represión interna de los militantes comunistas por parte de las direcciones de los partidos comunistas. Fueron los primeros comunistas que denunciaron la instauración de un régimen de terror en el seno de los partidos comunistas. Esa es la batalla de los oposicionistas en ese VI Pleno ampliado, por la cual también peleó Bordiga.
Togliatti, el enviado desde Italia por Gramsci a ese VI pleno ampliado, no destacó en absoluto, solo se limitó a apoyar sin matiz la línea del discurso de la dirección estalinista y a promulgar una defensa del “frente democrático”, diferenciando entre una derecha y una izquierda de la burguesía con la que había que aliarse.
Gramsci desde Italia fue parte del bloque Togliatti-Stalin de apoyo a la política de “socialismo en un solo país”, a la que siempre siguió reivindicando. En un escrito titulado “Internacionalismo y política nacional” de 1927, Gramsci planteó: “La relación ‘nacional’ es el resultado de una combinación ‘original’ única (…). El desarrollo lleva hacia el internacionalismo, pero el punto de partida es ‘nacional’, y de este punto de partida hay que arrancar”. Gramsci y Stalin hablaban el mismo idioma.

Unos meses más tarde del VI Pleno Ampliado, Gramsci envió una carta planteando que él no coincidía con Trotsky y llamándole a no dividir el partido, asegurándole que la mayoría le iba a dar democracia para plantear sus posiciones. ¡Vaya “democracia” la otorgada por Stalin! ¡Lo único que le dieron a los trotskistas fue represión, tortura y destierro!
Gramsci fue siempre un estalinista anti-trotskista. En su intento por acallar a los bordiguistas ya en 1924 en un discurso de la Conferencia de Como, Gramsci planteó el paralelismo entre Bordiga y Trotsky: “La actitud de Trotsky en un primer periodo puede ser comparada con la actual del compañero Bordiga”. Mantenía cínicamente que una oposición a la dirección podía poner en peligro el partido y las conquistas de la revolución. 

 

b) Gramsci ante el fascismo: hacia el Frentepopulismo estalinista

En 1921 se celebró el XVII Congreso del PSI en Livorno y ahí tuvo lugar la escisión y fundación del PCI, lo que significó un enorme paso adelante para las fuerzas de la III Internacional y la clase obrera italiana. Pero lamentablemente, su fundación fue tardía. Bajo el influjo de la Revolución de Octubre y los padecimientos que significó la primera carnicería mundial de la guerra imperialista para la clase obrera europea, Italia fue conmovida por el llamado “bienio rojo” de 1919-1920. Su vanguardia fueron los obreros de Turín y del norte de Italia, con la corriente L'OrdineNuovo, encabezada por Gramsci, que jugó un rol destacado en las ocupaciones de fábricas. Quien fuera luego Secretario General, Bordiga, junto a Terracini, Gramsci, Grieco, Togliatti..., fueron la avanzada de la fundación del PC italiano en 1921 pero ya cuando el “bienio rojo” había sido derrotado. Esta contradicción se refiere a la inmadurez de los Partidos Comunistas en Europa, que fuera un elemento clave en el surgimiento de la III Internacional: los partidos revolucionarios se comenzaban a poner en pie, entonces, cuando los procesos revolucionarios ya habían empezado o bien, cuando terminaba la primera oleada revolucionaria de la primera posguerra.

En 1921, la respuesta de la burguesía en Italia al “bienio rojo” fue el alzamiento de las escuadras fascistas de Mussolini, con el propósito de que no surgieran nuevos levantamientos revolucionarios de la clase obrera.
Ante la presión del fascismo, decantó un ala derecha encabezada por Serrati que se negaba a romper con las corrientes reformistas del viejo Partido Socialista. Mientras tanto, la dirección del PCI, encabezada por Bordiga, se negaba a impulsar el Frente Único Obrero para aplastar al levantamiento fascista, tal como indicaban el III y el IV Congreso de la Internacional Comunista.

Ya entrado el año 1923-24, después de la derrota de la revolución alemana que dejó aislada a la URSS, agotando las fuerzas del proletariado soviético después de 4 años de guerra civil y abriendo un período de reacción y de estabilidad momentánea en la Europa capitalista, volvió a surgir un ala derecha en el Partido Comunista italiano, esta vez encabezada por Togliatti y Gramsci. Ellos se anticiparon a la política de Frente Popular y de colaboración de clases que luego desarrollará abiertamente el stalinismo en los años ’30. Fue Gramsci quien defendió la política de poner en pie un “frente democrático antifascista”, cuestión que luego llevaría a la práctica en 1924 en la cuestión del Aventino (el Parlamento alternativo que los partidos de la burguesía italiana junto al PC y el PS pusieron en pie para oponerse supuestamente al fascismo), como veremos más adelante. Es decir, Gramsci y la dirección del PCI se negaban a combatir al fascismo con el método de la revolución proletaria, con la táctica de Frente Único Obrero de las organizaciones del proletariado, con la milicia obrera y el armamento.

A mediados de la década de los ’20 entonces, respecto al fascismo se dio un nuevo hito de capitulación de Gramsci. Respecto al Fascismo Gramsci defendió posiciones alejadas del leninismo y el trotskismo. Gramsci y Togliatti defendían un “antifascismo”, que era un antecedente del frentepopulismo estalinista, según el cual el fascismo se caracteriza por la supresión violenta de las libertades políticas democráticas. Para el marxismo, el uso de la violencia no caracteriza nada, lo importante es analizar qué clase utiliza la violencia contra qué otra clase para descubrir que la clase dominante ejerce la violencia para someter a la clase dominada. La aceptación por el proletariado de la ideología antifascista suponía defender la democracia burguesa, renunciando a sus intereses de clase, a su independencia y a afirmarse como clase revolucionaria. Así pues, la antítesis democracia/fascismo era falsa. Como luego sostendría el trotskismo en los años 30, la burguesa “democrática” y la burguesía fascista no se oponen, sino que se complementan: esta es la tesis esencial marxista, contra lo que dice Gramsci, precursor del frentepopulismo. Para Gramsci, como para el stalinismo, el choque era entre Fascismo y Democracia. Esta política stalinista la pagó muy cara el proletariado posteriormente en la Guerra Civil Española.
En cambio, para el trotskismo, tanto el fascismo como la democracia salen de la misma cloaca del sistema capitalista, y para derrotar al fascismo hay que aplastarlo con el método de la revolución proletaria, con el armamento del proletariado, la milicia obrera y atacando los negocios del gran capital, como ya dijimos.

 

c) Gramsci, el hombre de Moscú en Italia tras la muerte de Lenin

La homogeneidad en el PCI desde 1921 hasta 1924 había supuesto un PCI unido con la única excepción de la fracción de la derecha de Tasca. La izquierda mayoritaria estaba unida. No se habían plasmado diferencias en congresos ni conferencias nacionales o internacionales entre Bordiga, Gramsci, Togliatti, Terracini, Grieco, Leonetti… Todos estaban juntos en el ala izquierda del PCI.   
Gramsci en vez de combatir a la derecha decidió romper la izquierda. En 1924, año en el que murió Lenin, Gramsci decidió oportunistamente provocar la redefinición de las fracciones existentes en el PCI.  Para él había llegado el momento de romper la mayoría.
Gramsci no se vio arrastrado por Togliatti, como dicen algunos historiadores, sino que fue al contrario. Gramsci quiso romper con Bordiga y la Izquierda hasta cuando Togliatti, Scoccimarro y Terracini, todavía no lo veían.

En 1924, cuando la Internacional ya apuntaba a que se convertiría en apéndice de la política exterior de la URSS después de Lenin, en lugar de ser el partido mundial de la revolución, Gramsci rompió con Bordiga y arrastró a Togliatti para formar su grupo de centro en el seno del PCI. 
Frente a la Derecha Tasca y a la Izquierda de Bordiga, Gramsci creó un Centro junto a Togliatti. Fue muy difícil para Gramsci diferenciarse programáticamente del grupo de Derecha. En realidad, la diferencia era casi exclusivamente de nombres, ya que la ruptura del Centro con la Izquierda se había hecho sin ninguna plataforma programática.
La ruptura de los centristas respondía al oportunismo de aprovechar el cambio en la Internacional con Lenin ya fallecido y el ascenso de la troika. Por eso el grupo de Gramsci contó siempre con el apoyo incondicional de la Komintern y esto se daba en un contexto de reacción conjunta de Zinoviev, Kamenev y Stalin contra Trotsky y el trotskismo.
Gramsci fue el preferido de la “troika” de Stalin, Kamenev y Zinoviev, quien fue el máximo responsable de la Internacional Comunista post-Lenin. El nuevo grupo dirigente de Gramsci y Togliatti en el PCI será de hecho nombrado desde la Internacional en su V Congreso, por encima de la correlación de fuerzas real en el PCI.

 

d) Gramsci y su táctica interclasista de “frente democrático”en el Aventino

Un nuevo hito de capitulación y revisionismo gramsciano se dio en la etapa del Aventino, como dijimos anteriormente cuando demostramos que Gramsci anticipó la política del stalinismo de Frente Popular cuando hablamos del tema del fascismo. En 1924 Italia estaba conmocionada por el secuestro y asesinato a manos de los fascistas de Mateotti, diputado del Partido Socialista Unificado. En este contexto se celebraron las elecciones italianas de 1924 con una nueva ley electoral en la que el que obtuviera el 25% de los votos se llevaría dos tercios de la representación. Esto favoreció a Mussolini. La respuesta del resto de partidos, desde los partidos burgueses de derecha al PCI fue hacer un “frente democrático” y "secesionar" el parlamento en un parlamento alternativo, el Aventino. Gramsci fue partidario de diluirse en este “frente democrático”, deformando la política de la Internacional Comunista a favor del Frente único del III y IV Congreso e intervino en este engendro interclasista del Aventino. Lo que se estaba formando no era en realidad un frente único obrero, sino que se trataba de un Frente popular de alianza del PCI y el PSI con partidos burgueses de derechas. Bordiga, en cambio, a pesar de que había sido tachado de ultraizquierdista y anti parlamento, porque en el pasado sostuvo una posición abstencionista, proponía ahora practicar la táctica de parlamentarismo revolucionario, es decir, utilizar el Parlamento como denuncia del fascismo (manteniendo luego fuera del parlamento la independencia de PCI) y no autoexcluirse junto con la derecha e izquierdas burguesas en el fantoche del Aventino.

El accionar de Gramsci y la nueva dirección del PCI había contribuido a que las masas pensasen que el Aventino podía provocar la caída del fascismo. Gramsci caracterizó al Aventino, a pesar de su fracaso, como un intento restaurador de las libertades democráticas burguesas. El objetivo irreal de la táctica del Aventino era la derrota del fascismo por la oposición burguesa a través de la vía parlamentaria con este frente democrático antifascista, formado junto partidos socialdemócratas, e incluso burgueses y católicos.
Gramsci traicionó al marxismo transformando la alternativa reforma o revolución, en la nueva alternativa entre antifascismo o revolución. Gramsci se señaló aquí como el artífice del antecedente del Frentepopulismo de los años 30 más vulgar. Y permaneció alejado al marxismo y a la independencia de clase que caracteriaría al trotskismo en los años 30. La táctica del Frente Popular sería aprobada mucho después en el VII Congreso de la Internacional Comunista en 1935. El Gramsci contra el bolchevismo se había vuelto, como consecuencia, en el Gramsci precursor del frentepopulismo y hay una vergonzosa continuidad entre el Gramsci del Aventino y el Togliatti de Salerno y la unidad nacional con la burguesía en la época de la II guerra mundial.

 

e) Gramsci y la represión de la izquierda. Gramsci encabeza la stalinización del PCI en el Congreso de Lyon de 1926

Con la nueva dirección de Gramsci y Togliatti en el PCI nombrada por la Internacional Comunista del V Congreso, primer congreso con Lenin ya muerto, se dio una campaña contra la Izquierda bordiguista bajo la cobertura ideológica fomentada, no sólo en Italia, por las tesis sobre la bolchevización-estalinización de los partidos comunistas aprobadas en el V Ejecutivo Ampliado de 1925. Esta campaña de desprestigio en Italia era paralela a la lanzada por la troika de Stalin, Zinoviev y Kamenev contra Trotsky. Fue cuando Bordiga escribió “La cuestión Trotsky”, lo cual tuvo un gran valor de reconocimiento de Trotsky como uno de los hombres más válidos para dirigir el partido ruso.
Gramsci condenaba tajantemente las posiciones de Trotsky. Mientras que en el V Ejecutivo Ampliado de la Internacional Comunista se asimilaba trotskismo y bordiguismo, en Italia la Izquierda de Bordiga, ya en la oposición del PCI, denunciaba la actividad represiva del Comité Central a manos de Gramsci, recordando que la dirección ordinovista no había sido elegida por el partido, sino impuesta por Moscú.
Gramsci estaba ya en plena revisión estalinista que era visible hasta en el vocabulario que utilizaba, en el que aparecen expresiones como “hegemonía del proletariado” en sustitución de “dictadura del proletariado”, y “movimiento anticapitalista” o “antifascista”, en vez de “clase obrera”.

Gramsci enunciaba las mismas acusaciones contra Trotsky que las de la troika estalinista. Tanto en la Internacional Comunista como en el PCI se estaba dando un enfrentamiento, de dos polos opuestos por cuestiones fundamentales de principio: la izquierda, donde se situaría Trotsky que propugnaba la dictadura del proletariado, y la derecha, donde se encontrarían Stalin y Gramsci, que propugnaba una revolución democrático-burguesa, con una coalición permanente entre partidos obreros y burgueses hacia el frentepopulismo.

En el Congreso de Lyon de 1926 se hizo oficial la política de la dirección de Gramsci en el PCI. Este Congreso se celebró en enero de aquel año -un mes antes del VI ampliado de la IC que ya explicamos antes- y en él  se opusieron dos políticas: de un lado, las llamadas Tesis de Lyon presentadas por Gramsci y Togliatti, que son las que se impusieron, y del otro, la Plataforma de Izquierda, redactadas por el ala encabezada por Bordiga.
Mediante numerosas manipulaciones, este Congreso oficialmente supuso la derrota de Bordiga y la subida a la dirección del PCI de la camarilla de Gramsci y Togliatti.
En las Tesis de Lyon resultantes se constató el cambio de política en el PCI, opuesta a la de Livorno de 1921, a favor de la táctica reformista que confiaba en el enfrentamiento entre dos fracciones de la burguesía, apostando por el ala izquierda de la burguesía y dando apoyo por tanto a la forma “democrática” de dominio burgués. Se impuso entonces la concepción de Gramsci de buscar la alianza de la clase obrera con la fracción “democrática” de la burguesía. De este modo, las Tesis de Lyon de Gramsci reivindican la política del Aventino de 1924, a la que ya nos referimos anteriormente, planteando que “el Partido Comunista propuso la creación de un antiparlamento” a “los diferentes grupos de la oposición”.
Consecuente con esto, además lanzan la consigna de “Asamblea republicana basada en los comités obreros y campesinos”, una reedición de la política de “estado combinado” de Hilferding para someter los soviets a una institución del estado burgués como lo es una Asamblea Constituyente o “republicana”. Ya esta política de la socialdemocracia había costado la feroz derrota de la revolución alemana en 1918-1919.
Para llevar adelante esta política de colaboración de clases, Gramsci se decantó por la conversión del PCI en un “partido de masas” en detrimento del programa, para ejercer la mayor influencia posible sobre las amplias capas populares para posibilitar la alianza en un “frente democrático” con otros sectores. Para Gramsci la clave estaba en construir un partido de masas que sacrificaba su carácter revolucionario en aras de incrementar su influencia entre las masas, rebajando el programa para someter a la clase obrera a la burguesía. Así forjaban un partido que estaba lejos de prepararse para la insurrección y para la toma el poder, dirigida por los soviets, que son los verdaderos organismos de masas para la toma del poder y para que el proletariado ejerza su dictadura.

Además, Gramsci amplió la orientación del PCI hacia el campesinado, al que habría que abrir las puertas estrechando vínculos políticos en plan de igualdad entre el proletariado y las clases medias campesinas. Es que Gramsci era abiertamente bujarinista y levantaba su política de “partidos campesinos” que significó la alianza con el partido burgués nacionalista chino, Kuomintang, que luego masacró a un millón de obreros comunistas en China. Esta política era una falsificación de la posición de Lenin sobre la alianza obrera y campesina, que según el bolchevismo solo se puede conquistar con la plena y absoluta independencia del proletariado con respecto a la burguesía.

En sintonía con las tesis estalinistas de bolchevización-estalinización de los PC, Gramsci impuso su concepción de que la unidad ideológica era la condición de la fuerza del partido. Abogó por una férrea unidad reprimiendo fracciones de oposición en aras de una supuesta cohesión del partido y prohibió la existencia en el seno del PCI de grupos organizados que asuman un carácter de fracción.

Es más, todas las resoluciones de ese Congreso de Lyon de 1926 dirigido por Gramsci y Togliatti, giran en torno a la cuestión italiana, sin hacer mención a la situación de la URSS y del resto del proletariado europeo. Se trata de un documento profundamente nacionalista. Esta fracción de Gramsci-Togliatti tenía la política de que la revolución mundial es una suma de programas nacionales y que por lo tanto el programa marxista era una suma de programas nacionales. De esta forma, Gramsci-Togliatti demostraban defender la pseudo-teoría stalinista del “socialismo en un solo país”.

Contra esto, en este Congreso de Lyon, Bordiga dio una batalla valiente, planteando que la única forma de poder orientarse de forma revolucionaria en Italia era partiendo de discutir las condiciones de retroceso de la revolución europea y sobre todo, la situación de la URSS, como una discusión que debía hacer el conjunto de la III Internacional.
Por ello, alrededor de la cuestión del estado obrero soviético, Bordiga le dio la razón a Trotsky y enfatizó: “La construcción del socialismo integral extendido a la producción, a la distribución, a la industria y a la agricultura debe considerarse imposible en un solo país. (…) se trata de asegurar a la Rusia proletaria y al Partido Comunista Ruso el apoyo activo y enérgico de la vanguardia proletaria, especialmente la de los países imperialistas, no solo en el sentido de que se impidan las agresiones y se ejerza una presión acerca de las relaciones de los Estados burgueses con Rusia, sino porque es necesario que el partido ruso sea ayudado por los partidos hermanos en la resolución de sus problemas”.

Partiendo de esto, alrededor de la política que debía llevar adelante el PCI en contra de la visión profundamente nacionalista y estalinistas de Gramsci, la Plataforma de la Izquierda planteó:
“Según la izquierda, los puntos precedentes [en relación a la cuestión italiana, NdeR] contienen las premisas de las cuales deberían derivar las tareas generales y particulares del partido. Pero es evidente que dicho problema sólo podría plantearse sobre la base de decisiones internacionales. Por consiguiente, la izquierda sólo puede indicar un esquema de programa de acción para proponer a la Internacional como tarea a realizar por su sección italiana”.

Así, la Plataforma de la Izquierda del ala de Bordiga en este Congreso de Lyon se opuso a la política stalinista de Gramsci y Togliatti: batalló contra la pseudo-teoría del “socialismo en un solo país”, contra la “bolchevización-estalinización” de los Partidos Comunistas y en defensa de Trotsky, contra la política bujarinista de Gramsci de “partidos obreros y campesinos” y la política de colaboración de clases del Aventino.

Tres años después el propio Trotsky reivindicará esa pelea dada por Bordiga, planteando que estaba de acuerdo con él en contra de Gramsci y Togliatti en el Congreso de Lyon: “He leído el folleto Plataforma de la Izquierda, que ustedes publicaron en 1926 pero que sólo ahora llegó a mis manos (…) me causó muy buena impresión. Creo que es uno de los mejores documentos publicados por la Oposición Internacional y en muchos aspectos sigue siendo válido hasta el día de hoy”. (Carta a los Comunistas de Izquierda italianos, partidarios del camarada Amadeo Bordiga, del 25 de septiembre de 1929)

 

ANEXO:

Debate entre trotskistas y bordiguistas, tras la ruptura de Prometeo con la Oposición trotskista internacional: Revolución y Guerra civil española

Para comprender muchos de los posicionamientos de los bordiguistas en el terreno internacional actual, incluida su posición respecto a Siria, es necesario saber cuál era su política en los años 30. Los exiliados bordiguistas italianos (Mussolini ya estaba en el poder) residentes en Francia y Bélgica fundaron la Fracción de Izquierda del Partido Comunista Italiano, aunque fueron conocidos primero por el nombre de su órgano Prometeo entre 1928 y 1932 y luego por el de su órgano Bilan (Balance en francés) entre 1933 y 1937. La Fracción de la Izquierda del PCI tuvieron relación con los trotskistas en los primeros años de los años 30, de hecho, hasta 1932 el grupo Bordiguista Prometeoperteneció a la Oposición de Izquierdas trotskista y uno de los temas principales de esta ruptura fue el debate sobre la Revolución española y la Guerra civil.
Cuando la izquierda bordiguista perteneció a la Oposición de izquierdas trotskista hubo una estrecha colaboración, pero desde 1932 esta sintonía se rompió. La ruptura se dio por la discrepancia sobre lanzar o no consignas democráticas en el Estado español a la caída de la Dictadura de Primo de Rivera, que conduciría a la proclamación de la Segunda República. Los trotskistas eran favorables, los bordiguistas no. Más tarde la izquierda bordiguista, ya conocida por el nombre de Bilan, mantuvo serias discrepancias con los trotskistas de la Oposición de izquierdas internacional respecto a la Guerra civil y revolución española. Además, en el seno de esta izquierda bordiguista se dio un debate que acabaría en la ruptura de una parte que tendría posiciones muy cercanas a la de los trotskistas.

Cuando empezó la Guerra civil española se dio un debate entre la Mayoría y la Minoría de Bilan sobre el carácter de la Guerra y sobre si venir o no a luchar a España. La Mayoría eran contrarios, la Minoría eran favorables y estuvieron en la columna internacional Lenin del POUM junto a los trotskistas en Aragón, de hecho, Enrico Russo de la Minoría de Bilán lideró como capitán la columna, junto a Fosco, del GBLE, el grupo trotskista molinerista. Esa columna internacional Lenin estaba compuesta por 50 milicianos internacionales (30 bordiguistas y 20 trotskistas) y fueron los primeros internacionales en venir a luchar desde agosto, tres meses antes de que llegaran las Brigadas Internacionales estalinistas. La columna internacional Lenin estaba encuadrada en la III columna del POUM, de más de 3.000 milicianos en el Frente de Aragón.
La clave de las discrepancias entre la Mayoría y la Minoría de Bilan era la distinta valoración sobre el carácter de la guerra. Mientras la Minoría la definía como una guerra revolucionaria de clases contra el fascismo, para la Mayoría era una guerra interimperialista, en la que se enfrentaba la fracción fascista de la burguesía contra la fracción democrática y republicana de esa misma burguesía.
Para la Mayoría la inicial insurrección de la clase obrera contra el fascismo se había convertido una semana después ya en una guerra interimperialista, sin contenido revolucionario desde el momento en que la clase obrera “pierde su autonomía”, forma un frente antifascista y fueron enrolados en un ejército, aunque fuese de milicias, y dejaron el aparato estatal en manos de la burguesía republicana. Para ellos no hubo doble poder.
La Mayoría de Bilan niega la existencia de una revolución social en España. Para la Mayoría en el Estado español no existe revolución, sino una guerra antifascista en defensa del Estado capitalista republicano. 
Para la Minoría, en el Estado español existe una auténtica resistencia revolucionaria al alzamiento fascista. Se da una guerra de clases, una guerra civil revolucionaria, y, aunque exista el peligro de su transformación en una guerra imperialista, era preciso combatir en el frente militar. La Minoría calificaba las posiciones de la Mayoría como abstractas.

Estas discrepancias desembocaron en unas consignas totalmente opuestas: la Minoría dio la consigna de ir a luchar a España; la Mayoría dio la consigna de derrotismo revolucionario y la de abandono del frente militar, tanto en las Milicias como en el ejército de Franco. Y llamaron a la deserción.
Pero cuando sucedió la militarización de las milicias en octubre de 1936, la Minoría consideró que en España ya no había guerra de clases. Entonces cambiaron su caracterización y abandonaron el frente. Para la Minoría de Bilan la militarización suponía que ya se había cumplido el paso de una guerra revolucionaria a una guerra imperialista entre dos burguesías: el proletariado revolucionario había desaparecido de la escena. Además, dicen que la transformación en una guerra imperialista es clara aún a causa de las intervenciones alemana, italiana y, a partir de noviembre, de la URSS, a la que consideraban también imperialista. 
Estas posiciones irreconciliables llevaron a la ruptura definitiva de la Minoría que fue expulsada. Al regreso de los milicianos bordiguistas de la Columna internacional Lenin desde el Estado español a Francia, estos ingresaron en gran parte en el grupo trotskista francés Unión Comunista.
Los comunistas de izquierda actuales, están con la posición de la Mayoría de la Fracción bordiguista, opuesta a la intervención de los revolucionarios en la Guerra de España. Esta posición se traslada a la actualidad y les lleva a considerar interimperialista a cualquier guerra que acontece.

 

 

 

 


VII Congreso de la Comintern estalinista
que adoptó la política de Frente Popular



Bordiga y Trosky

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