volver al índice del Democracia Obrera Nº 47

La impostura “antiimperialista” de Pino Solanas

Hace meses vemos a Pino Solanas y su Proyecto Sur hablar de “recuperar los recursos naturales”, de estar en “contra de las privatizaciones” y en defensa de “lo nacional”. Intenta posar como “antiimperialista”, cuando siempre termina apoyando a alguna transnacional, demostrando que no es ninguna opción independiente del imperialismo.
Este discurso de Solanas es para hacerle creer a los explotados que puede haber una burguesía nativa que enfrente al imperialismo. Esto es una farsa porque jamás las burguesías “nacionales” podrán ser independientes, porque están atadas a los intereses y negocios de los monopolios, como sus socias menores.
Lo de Pino Solanas es una verdadera mentira. Es un raro “antiimperialista” que plantea hacer una comisión que verifique qué parte de la deuda externa es “ilegítima” ¡para seguir pagándole al imperialismo a costa del hambre de las masas miles de millones de dólares en concepto de deuda “legítima”!
Su verdadero rostro es el que mostró cuando planteó que las tomas de escuelas de los estudiantes secundarios “no son la mejor vía” para encarar el problema, mientras advertía que "si incentivamos ese tipo de solución en todo los niveles, caemos en una suerte de caos". Un ejemplo más del “antiimperialismo” de Solanas que se ubica en la vereda de enfrente de la lucha en defensa de la educación pública, que es una lucha antiimperialista, en contra de las transnacionales que hunden y vacían la educación de los hijos de los obreros y el pueblo pobre.
Con su discurso “antiimperialista”, Solanas busca evitar que la clase obrera tome en sus manos la lucha contra las transnacionales, haciéndole creer que él va a enfrentar a los monopolios a través de leyes en el Parlamento, la Legislatura, etc., manipulando el sentimiento nacional de las masas en un país saqueado por el imperialismo y con las Malvinas ocupadas por los ingleses.
La única clase que puede enfrentar al imperialismo es la clase obrera, tal como lo demostraron hace unos meses los explotados de Andalgalá en su combate contra las mineras imperialistas, o hace unos días los piqueteros del Norte de Salta que con sus métodos de lucha enfrentaron a las petroleras. Para romper con el imperialismo hay que expropiar a todas las transnacionales, cosa que no hará ningún burgués del mundo por más “nacional” que sea.
Pino Solanas, con su discurso de defensa de “lo nacional”, busca ubicarse como un ala izquierda burguesa dentro del régimen para así mejor ayudar a contener y estrangular a la clase obrera. ¿Antiimperialista?, ¡las pelotas!
Si hoy este burgués reaccionario de Solanas puede jugar todo su rol, es porque las corrientes de la izquierda reformista abandonaron el combate antiimperialista que para ellas sólo existe los “días de fiesta” porque todos los días se subordinan a las instituciones del régimen burgués semicolonial argentino, instituciones que le garantizan la propiedad y los negocios a las transnacionales instaladas en el país. De esta manera, lamentablemente, las corrientes reformistas son las que le han entregado las banderas antiimperialistas a Solanas.
Los trotskistas de Democracia Obrera afirmamos con la IV Internacional de 1938 que el proletariado es el único que puede liberar a la nación oprimida del imperialismo, acaudillando a las masas explotadas de la nación y haciéndose del poder con una insurrección triunfante para expropiar a los expropiadores. La clase obrera es la única clase verdaderamente nacional, que no tiene ningún interés que la ate al imperialismo, sino cadenas que romper. Por eso es la única clase que puede resolver íntegra y efectivamente la emancipación nacional, la cuestión de la tierra y hasta la más mínima de las tareas democráticas. Y esto solo podrá hacerlo luchando irreconciliablemente contra la influencia de la burguesía liberal, jamás de la mano de ella.
Los trotskistas nos ubicamos en la barricada de los obreros bolivianos y su grito antiimperialista de la revolución de 2003-2005 que hizo estremecer a las masas del mundo y temblar de miedo a los monopolios y sus socios nativos: ¡Fuera gringos! ¡Ni 30 %, ni 50 %, nacionalización de los hidrocarburos! ¡Fusil, metralla, Bolivia no se calla!

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