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El cretinismo electoralista y parlamentario del Frente de Izquierda, una nueva estafa política a la vanguardia obrera y juvenil...

A propósito del apoyo de la “centroizquierda” burguesa al FIT en CABA
¿Nace un frente popular?
¿Estamos ante la versión criolla del PODEMOS y Syriza?

Como decía la Tercera Internacional de Lenin y Trotsky, “la campaña electoral debe ser llevada a cabo no en el sentido de la obtención del máximo de mandatos parlamentarios, sino en el de la movilización de las masas bajo las consignas de la revolución proletaria” (“El Partido Comunista y el parlamentarismo”). Y planteaba además que la tribuna parlamentaria debe usarse “con fines de agitación revolucionaria, en denunciar las maniobras del enemigo, en agrupar alrededor de ciertas ideas a las masas que, sobre todo en los países atrasados, consideran a la tribuna parlamentaria con grandes ilusiones democráticas, debe ser totalmente subordinada a los objetivos y a las tareas de la lucha extraparlamentaria de masas”.

Lejos estuvo el FIT de impulsar en su campaña electoral ante las recientes elecciones legislativas, estas dos premisas básicas del marxismo revolucionario. Como intentaremos desarrollar en estas líneas, su campaña electoral no estuvo al servicio de desarrollar la lucha extraparlamentaria de masas en momentos en que con el circo electoral, el gobierno, la patronal y la burocracia sindical conspiraban a espaldas de los trabajadores y el pueblo para aplicar los peores planes de flexibilización laboral contra la clase obrera. Por el contrario, el objetivo del FIT estuvo centrado en conquistar bancas en el parlamento de los explotadores.

Los valerosos obreros y jóvenes combativos que ven en el FIT una herramienta de lucha contra este gobierno y el sistema capitalista que los oprime y que apoyaron con su voto al FIT buscando un camino de independencia de clase en las elecciones de los de arriba, deben saber que en su campaña electoral, el FIT ha demostrado liquidar todo elemento de independencia de clase. El FIT ha desarrollado a un nivel extremo su política de colaboración de clases que ha dado un salto realizando un acuerdo con sectores de la “centroizquierda” burguesa en la Capital Federal disfrazado de un apoyo al FIT de “referentes de la cultura y la política”. Este apoyo comandado por intelectuales burgueses, enemigos de la revolución proletaria, como Beatriz Sarlo y políticos con un fronduoso pasado en partidos patronales como Argumedo, es la comprobación de la puesta en pie de un embrión de un verdadero frente popular con la burguesía en las sombras, que abre las puertas para que el FIT ocupe de lleno en la Argentina el rol del PODEMOS en el Estado Español y de Syriza en Grecia.

 

Una campaña electoral al servicio de la obtención de más bancas en el parlamento de los explotadores y no al servicio de organizar, desarrollar y preparar la lucha contra el ataque de los capitalistas

Durante todo este año el FIT dijo que lo decisivo de la lucha contra el ataque del gobierno y la patronal -hoy brutalmente concentrado en el asesinato de Santiago Maldonado y en la reforma laboral- era tener diputados de izquierda en el parlamento. Durante la farsa electoral se llevó adelante una gran conspiración contra los trabajadores y explotados de la nación: mientras el ataque de los capitalistas no se detenía, en decenas de reuniones (de público conocimiento) el Ministro de Trabajo Triaca, las cámaras empresarias y la burocracia sindical de la CGT discutían punto por punto los planes de flexibilización laboral que significa uno de los mayores ataques a las conquistas obreras y a sus condiciones de trabajo liquidando los convenios colectivos.

En ningún momento, la campaña del FIT estuvo al servicio de denunciar esta gran conspiración y en preparar a la clase obrera para enfrentar la misma. Con la farsa electoral, el régimen infame en su conjunto anestesió a los explotados mientras se atacaba brutalmente a las masas y se preparaban las condiciones para imponer el peor de los ataques. Toda la campaña del FIT, las horas en televisión y radio, en las redes sociales, afiches callejeros, etc. no estuvo al servicio de denunciar esta trampa. Por el contrario, estuvo signada de una vertiginosa carrera electoral para conquistar bancas. Así lo demuestran sus principales slogans: “La izquierda debe estar”, “La ciudad necesita diputados de izquierda”. Bregman, Del Caño, Ramal, decían en todos lados que “vamos llevar la agenda de los trabajadores al congreso”, "los que quieran castigar a Macri deben votar al FIT y no a Cristina", “somos la única oposición consecuente”.

De esta manera, el FIT fue parte de la farsa electoral. No le criticamos participar en las elecciones y tener bancas parlamentarias. Al contrario. Es una obligación hacerlo si la clase obrera es llevada a este terreno del enemigo. Lo que criticamos es el carácter totalmente tramposo y reformista de su política, que en lo esencial no se distingue a la del PODEMOS del Estado Español o a la del NPA francés.

La campaña del FIT, que se desarrolló a lo largo de todo el año, no tuvo nada que ver con lo que dictaban, primero, el estado de rebelión contra la burocracia que reinaba en la clase obrera desde el 7 de marzo, y luego el sentimiento generalizado de bronca e indignación por la desaparición de Maldonado en amplias franjas de las masas explotadas. Esta situación planteaba utilizar la campaña electoral para llamar a miles de trabajadores y jóvenes a la autoorganización contra una burocracia sindical totalmente odiada y a pelear en las calles por el paro general.

En las condiciones actuales, esto no era otra cosa que utilizar la llegada a millones de obreros por medio de la televisión y las radios, etc., antes y después de las elecciones, para llamar al movimiento obrero a retomar el camino del 7 de marzo y lanzar una enorme ofensiva de organización contra la burocracia sindical, planteando abiertamente la necesidad de imponerle el paro general para derrotar el ataque de Macri y las transnacionales. Era el momento de convocar a un gran encuentro obrero en Atlanta para organizar las enormes fuerzas de la clase obrera y comenzar a disputarle la dirección del movimiento obrero a la burocracia.

Sin dudas, este llamado habría sido recibido con gran simpatía por los trabajadores. De hecho, el millón 300 mil votos que recibieron muestran que hay toda una franja de la clase obrera que busca un camino al combate y que habría respondido a la convocatoria del FIT.

Sin embargo, esta nunca fue la política de estas corrientes. Durante todo el año el FIT planteó que no había condiciones para enfrentar a la burocracia en las calles y pelear por el paro general, y que por eso en las elecciones había que limitarse a pelear por conseguir 3 ó 4 bancas, como si la guerra de clases que nos declaró el imperialismo se pudiera enfrentar en el parlamento de los explotadores. Esto es absurdo.

Esta política fue una estafa a los trabajadores: no sólo porque al gobierno no se lo castigaba metiendo un papel en una urna, sino porque estaban todas las condiciones dadas para pelear contra la burocracia por el paro general por Santiago Maldonado, y el FIT no lo hizo. De ninguna manera subordinó su campaña “a los objetivos y a las tareas de la lucha extraparlamentaria de masas”.

Fue tal la obsesión del FIT que empezó su campaña electoral antes que nadie, con un acto en Atlanta… ¡en noviembre de 2016! Y cuando el gobierno y la patronal se cansaron de pegar durante 6 meses en AGR, Pepsico, UTA Córdoba, inclusive secuestrando y asesinando a Maldonado, el FIT llamó a dos encuentros sindicales partidarios dividiendo a la vanguardia combativa ¿Y con qué objetivo? No para organizar un plan de lucha, sino el apoyo de las organizaciones obreras al FIT en las elecciones. ¡Si hasta el PO e IS convocaron a un encuentro bajo la consigna “Plenario Obrero en apoyo al Frente de Izquierda”!

 

El FIT se ha integrado plenamente al régimen burgués parlamentario…

Toda esta política demuestra que el FIT se ha integrado al régimen burgués parlamentario. Otro botón de muestra de lo que aquí desarrollamos es el accionar de los diputados del FIT en el Congreso y su política de intervención en “debates parlamentarios”. No estamos ante un mero juego de palabras. El rol de los diputados de una corriente revolucionaria no es debatir con la burguesía en el parlamento y entregarse a una “labor orgánica” de legislación para el perfeccionamiento del sistema capitalista. Por el contrario, es el de denunciar ante las masas esta institución de la burguesía para despertar el odio de los trabajadores en las mismas y organizar su derrocamiento.

Los diputados del FIT no hacen mas que recrear las falsas ilusiones que reproduce la burguesía de que en el parlamento se discuten los destinos de la nación. Una verdadera farsa. En el parlamento no se discute, ni se decide ninguna de las cuestiones centrales que hacen a la vida de los trabajadores y el pueblo. Todo se define a espaldas de los trabajadores, en los despachos de los miniterios, en las oficinas de la UIA, la Sociedad Rural y en las embajadas de las potencias imperialistas que saquean la nación. Sin ir mas lejos, la reforma laboral se acordó a espaldas de los trabajadores en el G-20 de Hamburgo y en Washington y su aplicación en reuniones entre Triaca y la burocracia sindical. La represión en Cushamen se discutió en secreto entre Benetton, la Sociedad Rural y la Casa Rosada. Quien debate en el parlamento con la burguesía es la socialdemocracia que discute como mejor administrar los negocios de la burguesía.

El FIT se ha integrado de lleno al régimen burgués parlamentario como una “izquierda democratizante” que ha abandonado la lucha por la revolución socialista. No ha puesto al servicio de la lucha extraparlamentaria de masas su campaña electoral y su labor parlamentaria porque no está por el derrocamiento revolucionario del sistema capitalista y sus instituciones. En ningún momento en su campaña electoral le planteó a los trabajadores la lucha por derrocar a la burguesía y la destrucción de sus instituciones de dominio, por eso reniega del grito de lucha de las masas revolucionarias del 19 y 20 de diciembre del 2001: “que se vayan todos y no quede ni uno solo”

 

El FIT y la puesta en pie de un verdadero frente popular con la “centroizquierda” burguesa
¿Hacia la versión argentina del PODEMOS o Syriza?

La política del FIT de orientar su campaña electoral a la obtención de más bancas de izquierda en el parlamento de los explotadores fue tan lejos que lo llevó a realizar un acuerdo con sectores de la “centroizquierda” burguesa en la Capital Federal. Tras no haber pasado las PASO, políticos, intelectuales y representantes de sectores de la burguesía han llamado a votar por el FIT en la capital. Entre otros, se encontraban la gorila de Beatriz Sarlo, una reconocida intelectual al servicio de la burguesía y los sojeros del Partido Socialista, que en 1999 apoyo a la Alianza y en las últimas PASO, llamo a votar a Massa; Claudio Lozano, economista del CTA quien en las PASO fue candidato en un frente con la corriente de Héctor Polino (PS) y con Pino Solanas; Alcira Argumedo, diputada con Pino Solanas, e integró UNEN con Carrió y la UCR; Diana Maffia, docente universitaria y diputada por la Coalición Cívica de Carrió en 2007-2011

Dime con quien andas y te diré quien eres dice un viejo refrán. Si representantes de la burguesía como los que aquí nombramos y otros tantos que integran la lista de los “referentes de la cultura y la política” que apoyaron al FIT, llaman a votar por un frente electoral determinado es porque dicho frente muy peligroso para el régimen burgués argentino no es. El FIT recibió gustoso dicho apoyo expresado en una carta publica, es más organizó este frente.

Este acuerdo con políticos patronales y representantes de la burguesía no cae del cielo. Durante años, vimos a los parlamentarios del FIT realizar proyectos de ley y votar en común junto a políticos patronales. Muchos de ellos compañeros de ruta de los firmantes de la carta en cuestión pero también junto al kirchnerismo. En sucesivas polémicas hemos denunciado este accionar calificándolo como un “frente popular parlamentario”. Esta política dio un salto en las últimas elecciones y camuflado en un apoyo al FIT de los “referentes de la cultura y la política” el FIT puso en pie un verdadero frente popular.

Al decir de Trotsky, en un frente político con la burguesía no rige la ley matemática en donde uno más uno es dos, sino la ley del palalelogramo de fuerzas, donde dos fuerzas con sentido opuesto se enfrentan y el resultante es cero. Este acuerdo con la burguesía al FIT le pudo haber significado una buena elección pero el resultante para la clase obrera fue cero, porque significó entre otras cosas subordinar a la vanguardia combativa a la suerte de las CTA y su  política de paz social dictada por Cristina Kirchner por ejemplo.

Al respecto, Trotsky también decía que quién le entrega aunque más no sea la uña del dedo meñique a la burguesía, o crea ilusiones políticas en sus partidos, le entrega su alma al diablo y debe hacerse responsable de su política y actos contra la clase obrera. Los políticos y parlamentarios del FIT deberán explicar a la vanguardia obrera su accionar. ¿Dónde están los “referentes de la cultura y la política” tras las elecciones y ante la profundización de la guerra contra los trabajadores con el anuncio de la reforma laboral? ¿Organizando la lucha de la clase obrera y la Huelga General? Queda claro ahora que la insistencia del FIT en negarse de realizar un frente con los “sojeros” del MST no es más que una disputa de cartel.

Podrán justificar su accionar como una cuestión “táctica”. Pero todo obrero y joven que busca un camino de lucha para terminar con este sistema, debe saber que no es táctico realizar un bloque político con la burguesía. Toda intervención táctica en las elecciones burguesas debe estar al servicio de organizar los combates de masas denunciando a las instituciones de dominio burgués, llamando a la clase obrera y los explotados a no depositar la más mínima confianza en ellas, de despertar el más profundo odio de las masas en el sistema capitalista, de combatir por el poder de la clase obrera y de desarrollar las fuerzas del movimiento revolucionario.

En las elecciones burguesas, la base de toda intervención política de los revolucionarios, está regida por mantener la independencia de clase. El FIT rompió con este principio elemental. Alertamos a los obreros que votaron al FIT que la política de estos partidos es un camino seguro a la derrota. Apenas terminaron los comicios, Bregman no llamó a la clase obrera a preparar el combate. Dijo que el desafío del FIT era “representar a los que no nos votaron”. Esta política no es obrera ni socialista. Es la prueba del sometimiento del FIT al régimen reaccionario y bonapartista de la Constitución de 1853-1994. Es la prueba de que el FIT se prepara para generalizar su política de acuerdos con la burguesía y los desechos del kirchnerismo y ser parte de un frente popular a imagen y semejanza del PODEMOS y Syriza. Después de todo es el rol de los ex trotskistas que se han integrado a la Nueva Izquierda mundial junto al stalinismo y a la socialdemocracia como lo vemos con el SWP inglés en el Partido Laborista apoyando a Corbyn, con los “anticapitalistas” dentro del PODEMOS o en Brasil queriendo atar la suerte de la clase obrera a Dilma-Lula y el PT.

Comité Redactor

 


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