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Irán- 2010

 

Carta del Secretariado de Coordinación Internacional de la FLTI

Queridos camaradas
del Secretariado Africano

 

La carta a los iraníes, que recibimos, nos parece muy buena. Les queríamos hacer algunos aportes, en el mismo sentido que hicimos con Zimbabwe, puesto que consideramos que la carta de ustedes es una excelente base para colaborar en el avance hacia la izquierda y al internacionalismo del grupo iraní. Los aportes que nosotros les hacemos son los siguientes:

En esta carta, ustedes correctamente llaman a la IRMT a ir hasta el final en su ruptura con Alan Woods, desenmascarando toda la política burguesa de Chávez. Al respecto, habría que ajustar el punto sobre “la traición de Chávez a las masas” en el sentido de que Chávez no es una corriente del movimiento obrero que traiciona a las masas, sino que es burgués. Chávez es consecuente en no traicionar a SU CLASE burguesa, a la cual le preserva y le garantiza la propiedad privada, utilizando a las masas, manipulándolas y sometiéndolas, apoyado en las direcciones contrarrevolucionarias de la clase obrera, que la someten a ésta a la burguesía. Desde ese punto de vista, los que realmente traicionan al proletariado son el castrismo y los renegados del trotskismo, que desde la central sindical venezolana, y a nivel del continente americano, sostienen a Chávez y a todas las burguesías bolivarianas, traicionando los intereses del proletariado.

Creemos que tenemos que definir que con la IRMT, para facilitar el diálogo con ellos y para poder inclusive criticarlos más duramente en sus inconsecuencias, tenemos más puntos de acuerdo que su incipiente combate contra el apoyo de Chávez a Ahmadinejad.
Su denuncia en contra del burocratismo de la “internacional” de Alan Woods, que los proscribe para escribir, como minoría, sus posiciones en los periódicos, es decir, el punto de la democracia revolucionaria bolchevique, es un interesante punto de acuerdo con la IRMT, del cual tendríamos que partir. Como así también sobre su caracterización de que aún no ha comenzado la revolución iraní, puesto que no existe una crisis en las alturas y una acción independiente de masas que descalabre al régimen de los Ayatollahs.
Desde este punto de vista, la IRMT denuncia correctamente, por un lado la “caracterización de ver una revolución ya desarrollada” de Alan Woods y su política de someter al proletariado a la burguesía, en Irán y a nivel internacional. Este punto, la IRMT desenmascara a Alan Woods correctamente.
Partir de estos puntos de acuerdo, insistimos, sería clave para que la IRMT se abra a las duras críticas que les tenemos que hacer.

Pero, junto a la cuestión de su inconsecuencia en combatir al chavismo, a la V Internacional, y a las burguesías bolivarianas, tal cual ustedes lo plantean correctamente en su carta, nos da la impresión a nosotros que tendríamos agregar algunos puntos para ayudarlos, como trotskistas iraníes, a evolucionar a la izquierda, para optar entre el centrismo o revolución:

No se puede estar en Irán y ser un revolucionario iraní si no se denuncia el rol contrarrevolucionario de los Ayatollahs y su pacto contrarrevolucionario para estrangular la revolución en Medio Oriente, puesto que sino se deja las banderas antiimperialistas en las manos demagógicas y farsezcas de los Ayatollahs y del gobierno de Ahmadinejad, que sólo las utiliza para negociar (como burguesía nacional rastrera) la renta petrolera con las distintas potencias imperialistas.
Esto es muy grave. Es justamente porque esa burguesía rastrera y del bazar le está regateando la renta petrolera al imperialismo que el régimen totalitario de los Ayatollahs debe prohibir la existencia de sindicatos, de organizaciones obreras y estudiantiles independientes, porque sino las masas atacarían no solamente al imperialismo, sino a ellos mismos y a su propiedad, como clase dominante.
Esta cuestión es decisiva. No se puede dejar en manos de los Ayatollahs y su verborragia antiimperialista, las tareas revolucionarias antiimperialistas de la nación iraní. Hay que desenmascarar que el régimen de los Ayatollahs apoyó a Al Sadr y a los Ayatollahs del sur de Irak, es decir al movimiento chiita que ha desarmado a las masas obreras y campesinas del sur de ese país, y entrado con sus representantes al gobierno del protectorado yanqui en Irak. Es más, ante la crisis yanqui en Irak, fueron los Ayatollahs iraníes los que sostuvieron decisivamente al régimen del protectorado yanqui en Irak, junto con las bayonetas del ejército turco, que ingresó a controlar el norte de ese país.
Las banderas de la lucha antiimperialista no pueden quedar en manos de los Ayatollhas, que en última instancia son el aborto de la lucha antiimperialista de las masas explotadas de todo Medio Oriente. En el Líbano, luego de que las masas derrotaran y aplastaran al ejército del estado sionista fascista de Israel, que huía como rata, derrotado por las milicias palestinas obreras y campesinas del sur del Líbano, Hezbollah, sostenido por los Ayatollahs, entró al gobierno del Líbano de unidad nacional, dirigido por Siniora. Así, Hezbollah, sostenido y dirigido por los Ayatollahs iraníes, dejó aisladas a las masas de Gaza y Cisjordania, a cambio de los negocios comunes con el imperialismo norteamericano y francés, para reconstruir el Líbano.

Lo más peligroso de la IRMT es que no ubican su programa en relación a cómo está su propia burguesía y la relación de ésta y de su país semicolonial con el imperialismo. Es decir, no denuncian los pactos contrarrevolucionarios con los que la burguesía de los Ayatollahs sostienen al gobierno del protectorado yanqui en Irak, ni mucho menos, el rol de colaboración con el imperialismo norteamericano y francés en el Líbano para dejar aislada a la resistencia Palestina, masacrada en la operación plomo fundido y por las propias burguesías jordana y de Al Fatah.
Los trotskistas iraníes tienen la obligación de estar a la cabeza de llamar ellos a denunciar los pactos contrarrevolucionarios entre las distintas potencias imperialistas europeas, EE.UU., y las burguesías nacionales de Medio Oriente y los Ayatollahs, que buscan derrotar desde adentro a la heroica resistencia de las masas de Gaza. Son los hermanos musulmanes de Egipto los que le dan la espalda y boicotean las luchas de la clase obrera contra los ataques de las transnacionales y su gobierno de despidos, esclavitud y carestía de la vida a la clase obrera de Egipto. Son los mismos que luego de la masacre de Gaza en el 2008, por parte del ejército sionista asesino, volvieran a levantar los muros, que las masas palestinas de Gaza habían derribado para unirse con sus hermanos de clase de Egipto en lucha.
El IRMT no ve hasta el final el rol contrarrevolucionario y los pactos que sostienen Chávez y la V Internacional, porque no ve -ni combate- que ese mismo rol lo juega la propia burguesía nacional de Ahmadinejad en todo Medio Oriente.
Los trotskistas iraníes o atan su suerte a la de las martirizadas masas palestinas, a la de la resistencia iraquí y afgana, y por esa vía se convierten en los más grandes combatientes por la destrucción del estado de Israel en medio oriente, por el triunfo de la resistencia iraquí y la derrota militar del imperialismo, y en contra de los Ayatollahs iraníes que los sostienen, o estarán incapacitados de dirigir al proletariado como caudillo de la nación oprimida contra el imperialismo y la burguesía nativa.

Es que en aras de la “lucha por la democracia” contra el régimen totalitario y de oprobio de los Ayatollahs, no se puede dejar en manos de éstos la lucha antiimperialista de Medio Oriente, y mucho menos se puede rebajar ese programa para acompañar a los estudiantes en su “lucha por la democracia”, puesto que, de entrada impedimos que el movimiento estudiantil sea disputado por la clase obrera para enfrentar al imperialismo, y dejamos que se lo gane la demagogia de la “democracia” imperialista de Obama y Mousavi, que por esa vía intenta desviar la lucha contra el régimen de los Ayatollahs, y romper la alianza de los obreros y los estudiantes.
Los trotskistas tenemos que luchar con nuestro programa, para que las masas identifiquen en su consciencia que la lucha por la democracia formal contra el régimen totalitario de los Ayatollahs, cada vez más se identifique con el combate contra el imperialismo, los patrones y contra la explotación de la clase obrera. Si los estudiantes identifican cada vez más la democracia formal con Mousavi y Obama, se estarán alejando del movimiento obrero y serán base social de revoluciones tipo “naranja” o “de los tulipanes”.
Entonces luego, los revolucionarios se repetirán y dirán: “los obreros no intervienen”, “Los obreros que eran la vanguardia de la lucha contra el régimen de los Ayatollahs por el salario, por el derecho a la sindicalización, no intervienen, y quedan solos los estudiantes”… Pero quedan con Mousavi. Las dos puntas de la soga que son por un lado Ahmadinejad con Francia y Alemania atrás, y la otra Mousavi, con Obama y EEUU atrás, están estrangulando la intervención independiente de los explotados ante la monumental crisis del régimen que ha comenzado.
En Irán, a las masas se les ofrece 2 alternativas. Una es la totalitaria y bonapartista de los Ayatollahs, que estrangula con un régimen de oprobio al proletariado y las masas para regatearle la renta petrolera al imperialismo, mientras ya ha arreglado con el imperialismo la compra del petróleo ya refinado en Europa y en EEUU que ellos mismos les exportan, como así también le ha dado todo el negocio de los fertilizantes y de derivados del petróleo a empresas alemanas, francesas, etc. La otra alternativa es la de Mousavi –hombre directo de Obama hoy, y un ala más del mismo partido de los Ayatollahs- que intenta, montado en la movilización contra el régimen y la crisis política de éste, y la división en las alturas que esta crisis abrió, montarse en la movilización de masas para desviarla y darle la mano a Obama; mano que también está siendo tomada por Ahmadinejad en Irán, en el Líbano, en Egipto, en Palestina, etc.

En última instancia, estamos frente a dos variantes burguesas para subordinar a las masas a la burguesía, cuando ha comenzado una crisis política terminal del régimen de los Ayatollahs, odiado por las masas.
Al no ubicarse con un programa antiimperialista hasta el final, el IRMT se impide por un lado ponerse a la cabeza de la lucha por que sea el proletariado el que sea el caudillo de la lucha contra el imperialismo y contra el régimen de los Ayatollahs, levantando sus demandas de clase -como el proletariado lo viene haciendo-, contra el brutal ataque a su nivel de vida, la carestía de la vida, la desocupación, la esclavitud, las leyes que impiden hacer sindicatos, etc., y por otro lado se impide organizar un ala pro-obrera y antiimperialista del movimiento estudiantil, que sin ninguna duda se va a dividir. Una parte del movimiento estudiantil se irá con el movimiento obrero, y otra parte va a ser base social del movimiento “por la democracia”, es decir de Obama y de la fracción de la burguesía opositora. Y esto es inevitable, puesto que el movimiento estudiantil no es una clase social con intereses comunes, sino una capa social, la de los intelectuales, y como tal es caja de resonancia y en ella se reflejan todas las clases de la sociedad. Por ello su división es inevitable, lo que vuelve un millón de veces más imprescindible, para dirigir al proletariado y darle un curso revolucionario y pro-obrero a la lucha estudiantil, y para que éste vuelva a luchar junto a los obreros, que los trotskistas levantemos nuevamente un programa antiimperialista. Programa antiimperialista que será el motor, junto a la lucha por el pan y la libertad, del ingreso definitivo de las masas revolucionarias que en acciones independientes retomen el camino de la gran revolución iraní de fines de los ‘70.

Justamente, es por estas contradicciones, que no son otra cosa que la crisis de dirección del proletariado, que no ha podido comenzar aun la segunda revolución iraní.
Los compañeros de la IRMT que vienen de los ’70 están haciendo una analogía, que no es correcta, entre el Sha Reza Pahlevi y la revolución del ’79 que lo tiró, con el régimen de los Ayatollahs y la revolución que tenemos que preparar y organizar para que los derroque. Los marxistas deben entender que la burguesía aprendió de esa gran revolución de los Shoras y de los consejos de obreros y soldados iraníes.
El Sha Reza Pahlevi era un agente directo del imperialismo yanqui, un verdadero régimen bonapartista clásico contrarrevolucionario. El de los Ayatollahs es un régimen bonapartista, pero de la burguesía nativa que ha expropiado y aplastado una revolución, lo que le permite, mientras controla con un régimen de terror al movimiento obrero, utilizar a éste para regatear al imperialismo la renta petrolera de la nación oprimida.
Por ello, la mano extendida de Obama fue el de recrear, ante el odio de las masas al régimen de los Ayatollahs, un ala “por la democracia y contra el totalitarismo”, y mandó a Mousavi a encabezarla, a fin de expropiar la lucha democrática de las masas. Por otro lado, la “demagogia” de un gobierno nacionalista burgués senil, como el de Ahmadinejad, es justamente para que las masas no le peguen a éste como un agente directo del imperialismo, como lo era el Sha Reza Pahlevi (quién constituía, junto al estado sionista fascista de Israel, el segundo dispositivo contrarrevolucionario del imperialismo en Medio Oriente a la salida de la segunda guerra mundial).
Por ello el movimiento obrero no participa hoy en la crisis política al lado del movimiento estudiantil en lucha. Lucha que ha empujado a que Mousavi deba encabezarla para controlarla. Y puede hacerlo porque justamente ese movimiento no enfrenta al imperialismo abiertamente. De hacerlo, le plantearía al movimiento obrero dónde está el dinero para conseguir el salario y terminar la desocupación, que no es otro que el de la expropiación de la burguesía del bazar, la que reparte la renta petrolera a distintas potencias imperialistas, que son la que realmente saquean Irán. Sin programa antiimperialista de expropiación y declarar nulos todos los contratos con las transnacionales petroleras que firmó el régimen infame de los Ayatollahs, que es la gran tarea democrática de las masas iraníes, no hay lucha por la democracia ni contra el régimen del totalitarismo de los Ayatollahs, ni mucho menos se podrá conquistar un salario digno, trabajo, y autoorganización de los explotados.
Por eso la “lucha por la democracia formal” tan sólo no puede liberar al proletariado hasta el final del control de los Ayatollahs.
Los trotskistas iraníes no han percibido que el asentamiento del régimen del protectorado yanqui en Irak ha fortalecido el debilitamiento de la resistencia en ese país, donde los Ayatollahs entraron al gobierno del protectorado iraquí. Mientras la resistencia iraquí ardía, y las masas combatían en Fallujah, en Irak, y se levantaban contra la guerra en EEUU, era el momento en que se levantaba la clase obrera iraní contra el régimen de oprobio de los Ayatollahs. La clase obrera iraní, vanguardia del combate contra el régimen, hoy está debilitada y cercada, porque la clase obrera del sur de Irak, apoyando a Al Sadr terminó en el protectorado yanqui en Irak, porque Gaza está cercada, y los combatientes del Líbano puestos a los pies del gobierno proimperialista de Siniora.
No llamar al proletariado a ver que su fuerza está en la resistencia iraquí, en la clase obrera norteamericana, en los combates de las masas palestinas, en los levantamientos de Grecia, es someterlo de entrada a una de las fracciones burguesas que se disputan el control de las masas ante la crisis del régimen que ha comenzado. En última instancia, es abandonar la lucha por una acción independiente revolucionaria de las masas.

El IRMT está ubicado como en el ’79, cuando las masas irrumpían en lucha revolucionaria y por centenares de miles de miles rodeaban los cuarteles y destruyeron la casta de oficiales del ejército asesino, con el grito de “¡Todos contra el Sha Reza Pahlevi”. El IRMT no se da cuenta que la fracción burguesa que estranguló esa revolución del ’79 no fue el Sha y su ejército que fue derrotado, sino los Ayatollahs que la desviaron y masacraron desde adentro a los Shoras. Estos pudieron aplastar y expropiar esa revolución no sólo aplastando a lo mejor de la clase obrera iraní, sino expropiando el carácter antiimperialista de esa revolución, y utilizándola como fracción burguesa para negociar con las distintas potencias imperialistas del mundo el reparto de la renta petrolera.
Justamente, la tarea de los revolucionarios es denunciar que el rol de esos Ayatollahs es que son socios del saqueo del imperialismo francés, alemán y japonés de la nación iraní, mientras decenas y decenas de empresas norteamericanas tienen los contratos colaterales de petróleo más leoninos con los Ayatollahs que éstos otorgan.
Se trata, en esta segunda revolución iraní, que necesita ser preparada y organizada, de que la vanguardia obrera y estudiantil saque la conclusión de que ninguna fracción de la burguesía puede llevar hasta el final la lucha antiimperialista, como lo demostró el régimen del oprobio y de entrega de los Ayatollahs. Y que mucho menos, ninguna fracción de la burguesía podrá garantizar, ni siquiera encabezar mínimamente toda lucha que lleve al derrocamiento revolucionario, con armas en mano, del régimen del oprobio de los Ayatollahs. Ni siquiera la democracia formal, ni una mínima asamblea constituyente libre y soberana, se podrá conseguir sin la clase obrera demoliendo al régimen de los Ayatollahs y a su casta de oficiales, y a esa guardia republicana, verdadera casta contrarrevolucionaria que concentra, en última instancia, el partido de la burguesía del bazar y a sus hijos, privilegiados de privilegiados de la nación iraní.
¡Abajo la casta de oficiales! ¡Disolución de la guardia republicana! ¡Milicia obrera y comité de soldados! Para imponer una asamblea nacional sobre las ruinas del régimen de los Ayatollahs, cuestión que solamente podrás ser garantizada por un gobierno obrero y popular de las masas autoorganizadas y armadas, que recupere todas las riquezas que entregan los Ayatollahs al imperialismo, para conseguir el pan, el trabajo y la libertad.
La clase obrera iraní no sólo tiene por delante el desafío histórico de encabezar el combate contra el régimen odiado de los Ayatollahs y saldar cuentas con los asesinos de su clase a fines de los ’70. La clase obrera iraní se liberará a sí misma si llama a la clase obrera de Irak a unir su lucha contra el régimen del protectorado y a romper con Al Sadr y el partido burgués Chiita, que ha entrado al régimen del protectorado yanqui.
La clase obrera iraní se liberará si es capaz de demostrar que la política militar en Medio Oriente de los Ayatollahs es para negociar en mejores condiciones con el imperialismo, y para nada de dotar de armas y darle las fuerzas que necesita a la heroica resistencia palestina e irakí, ni mucho menos para echar al invasor de Irak. Solo ubicados desde aquí, ante su propia clase obrera y el movimiento estudiantil combativo, podrán los trotskistas iraníes intervenir en las luchas contra el régimen en las condiciones en las que tal cual se da, y disputarle la dirección de la misma a la burguesía.

Nosotros afirmamos que si hubiera habido un Sha Reza Pahlevi hoy, éste ya hubiera caído producto de una acción generalizada de masas. Pero las cosas no son tan simples. Para nosotros el camino a la revolución necesita que el proletariado desenmascare realmente quién es el que va a ser el caudillo de la lucha contra el imperialismo: si la burguesía de los Ayatollahs, sirviente del imperialismo y estranguladora de la clase obrera de Medio Oriente, o la clase obrera acaudillando a los explotados de esa nación.
El peligro de la IRMT es quedar atrapado en una “revolución naranja”, tipo la de los tulipanes, encabezando una lucha “democrática formal” y no estructural, (es decir la verdadera lucha por la democracia en un país semi colonial que es la ruptura con el imperialismo). El IRMT no ha comprendido las causas, en última instancia, de que la crisis actual iraní y la miseria de las masas, que día a día aumenta sin cesar no es más que una consecuencia de la mayor sumisión con la que el régimen de los Ayatollahs ata a la nación al imperialismo.
Desde nuestro punto de vista, las consignas democráticas formales hasta el final, como la de Asamblea Constituyente Revolucionaria, Libre y Soberana, debe ser levantada audazmente por el proletariado en su lucha contra el régimen y el imperialismo para que el proletariado pueda disputarle a las fracciones “por la democracia” de la burguesía la dirección de las masas en lucha.
Para nada el IRMT tiene esta política, que como plantea el programa de transición para los países semicoloniales, la asamblea nacional, en momentos de combates como estos en donde los soviets, en este caso los shoras, aun no han surgido, el impulso decisivo de esta consigna de Asamblea Nacional le puede permitir a los obreros avanzados disputarle la dirección de las masas a las fracciones burguesas, que vienen a expropiar la lucha democrática de las masas contra el régimen de los Ayatollahs. Estas fracciones expropiadoras del sentimiento democrático de las masas contra el régimen son las que justamente se asientan en el mismo aparato bonapartista y contrarrevolucionario del estado y del conjunto del régimen de los Ayatollahs, como lo son la guardia republicana y el estado reaccionario clerical.
No levantar la consigna de Asamblea Nacional Constituyente, de forma audaz y sistemática, para disputar la dirección del movimiento estudiantil en las calles a Mousavi, y ligarla a la lucha por la ruptura con el imperialismo, y por el pan, es en última instancia negarse a impulsar la lucha por el armamento de las masas, y de antemano negarse a que el proletariado dispute a la burguesía la dirección de las masas en el combate contra el régimen.
Impulsando audazmente esta lucha por la democracia hasta el final, por la asamblea constituyente revolucionaria, el proletariado le dará a la misma la tarea de romper con el imperialismo, que es la verdadera tarea democrática de la nación oprimida. El partido revolucionario explicará pacientemente que solamente un gobierno de los Shoras, de los consejos de obreros y soldados armados, podrá garantizarla hasta el final. Aun la lucha por la democracia formal deberá ser arrancada y conquistada por la lucha revolucionaria del proletariado.
Es lamentable que el IRMT, que está ubicado desde las marchas del movimiento estudiantil, que según ellos han obligado a Mousavi a tener que encabezarlas e ir hasta donde éste no quiere, se niegue a levantar esta demanda de asamblea nacional que permitiría y ayudaría a que surjan los soviets armados. Cuestión esta que la burguesía y todos sus agentes quieren evitar.
Es que la única posibilidad de llamar al proletariado a irrumpir de forma independiente en la crisis actual, debe ser llamándolo a encabezar él la lucha antiimperialista de anulación de todos los contratos petroleros, de nacionalización de toda la industria del petróleo bajo control de todas las organizaciones obreras, la ruptura de todos los contratos internacionales del saqueo del petróleo iraní con las empresas imperialistas. Allí está el dinero –y sobra- para conseguir trabajo, salud y educación para todos.
Hay que ligar este combate a la lucha por un gobierno provisional obrero revolucionario, que es el único que podrá garantizar hasta el final estas tareas. Pero para ello, la demanda de Asamblea Nacional Constituyente, sobre las ruinas del régimen infame bonapartista de los Ayatollahs, para romper con el imperialismo y conseguir el pan, y desmantelar el aparato estatal contrarrevolucionario, se ha transformado en una consigna táctica de suma importancia para impulsar la lucha de las masas hacia adelante, a un estadío superior, que vuelva a conquistar la unidad de todos los explotados y abra las puertas al inicio de la segunda revolución iraní.
El IRMT no comprende la relación entre las consignas democrático-revolucionarias antiimperialistas y su combinación con las tareas de liberación nacional, que solo el proletariado puede encabezar hasta el final con el triunfo de su dictadura.
El IRMT separa la lucha democrática de la lucha antiimperialista, y así deja la primera en manos de Mousavi, y la segunda en manos de Ahmadinejad. De esa forma renuncia a la lucha por el inicio de la segunda revolución iraní y de transformarse ellos en una alternativa revolucionaria a toda la burguesía y al stalinismo y a las direcciones traidoras de ese país. El proletariado iraní, la clase obrera de Medio Oriente, el proletariado internacional se merecen una ruptura hasta el final, bajo el estandarte del trotskismo y la IV Internacional, de los trotskistas iraníes.

Así, el proletariado, haciendo suyas las demandas democráticas y antiimperialistas hasta el final, podrá disputar ser la dirección de los sectores antiimperialistas y revolucionarias del movimiento estudiantil, y no quedar como furgón de cola de los estudiantes, que quedan sometidos a la lucha “democrática” en general y por esa vía sometidos a Mousavi y a Obama.
La clase obrera iraní debe atar su suerte, para librarse del régimen de los Ayatollahs, a la clase obrera y a las masas obreras de Irak, que sometidas a Al Sadr y los Ayatollahs iraquíes, son base de maniobra para el regateo de los negocios de la burguesía del bazar y del protectorado yanqui.
Millones de obreros recorren los pozos del petróleo en todo Medio Oriente como mano de obra esclava. Son los hermanos de clase palestinos que combaten al estado sionista-fascista de Israel, los que derrotaron al ejército sionista en el Líbano, los que combaten en Afganistán al imperialismo, allí están las fuerzas de la clase obrera iraní.
El proletariado duda, y ha paralizado su accionar, puesto que no ve qué pan, qué trabajo y qué salario le podrá dar “la democracia formal” que prometen Mousvai y los estudiantes. Atrás de ellos ve al embargo hipócrita y el cerco a su nación de EE.UU. El proletariado duda. No quiere salir de la sartén de los Ayatollahs, para terminar en las brasas de Mousavi y Obama.
La llave la tiene una dirección revolucionaria, que transforme la lucha por el derrocamiento del régimen en un verdadero combate antiimperialista, que termine por expropiar todos los bienes del imperialismo y de la burguesía del bazar de los Ayatollahs, para conseguir el pan y la libertad. Cuestión ésta que será imposible si este proceso no se entrelaza con la resistencia iraquí y el combate heroico de las masas palestinas por la derrota del estado sionista-fascista de Israel.

No se puede ser un revolucionario iraní y no levantar como bandera central del combate contra el régimen de los Ayatollahs “¡Abajo la colaboración de los Ayatollahs con el régimen contrarrevolucionario y de ocupación del protectorado yanqui en Irak!”. Ni democracia, ni pan, ni libertad se podrá conseguir con un Irak ocupado por los yanquis y los Ayatollahs sosteniendo al régimen del protectorado, invasor y genocida de la Mesopotamia.
Es que, la lucha de la clase obrera iraní contra el régimen de los Ayatollahs es parte de la lucha de la resistencia iraquí por la derrota militar de las tropas del imperialismo norteamericano, es parte de su lucha y por la destrucción del estado sionista fascista de Israel.
Los trotskistas iraníes, sumidos en una fuerte presión nacionalista, no ven que aún la nación iraní con tanto petróleo y “proletarizada” como está (aunque con millones de desocupados) no tiene solución si no es en una federación de estados obreros soviéticos de la Mesopotamia, en una federación de Repúblicas obreras y campesinas de Medio Oriente. No hay que olvidarse ni por un instante que la Mesoportamia, dividida artificialmente por las potencias imperialistas que la ocuparon y saquearon y saquean su petróleo y sus riquezas naturales, fueron países que ayer el imperialismo los enfrentó entre sí en una guerra fratricida para terminar de aplastar la lucha revolucionaria de las masas de ellos, de la mano del carnicero Saddam Hussein, y el no menos sirvientes del imperialismo francés y alemán, el odiado régimen de los Ayatollahs.
El enfrentamiento fratricida de Irak e Irán trajo luego la invasión yanqui a Irak y las peores catástrofes para las masas iraníes e iraquíes y de todo Medio Oriente.
¿Habrá alguna corriente valiente internacionalista de la IV Internacional en la Mesopotamia oprimida, saqueada y martirizada de Medio Oriente, que plantee que esta vez es y será la unidad de la clase obrera iraní e iraquí la única que podrá terminar con el flagelo de las guerras de ocupación y la entrega de las riquezas más grandes del planeta que están bajo sus pies, mientras los obreros mueren de hambre con salarios miserables y con millones de desocupados?
Muy duro pagó la clase obrera iraní e iraquí, inclusive con millones de muertos, el sometimiento a sus propias burguesías. La clase obrera iraní, de Irak y de todo Medio Oriente tiene el misil más poderoso para provocarle una derrota histórica al imperialismo, la bomba nuclear más fuerte, que no es otra que atacarle la propiedad de todos los pozos de petróleo de todas las empresas imperialistas de la región, nacionalizando y poniéndolos bajo control de los trabajadores, expropiando los bancos, y para ello habrá que hacerse del poder. Ese es el camino, y no otro, para apoyar decisivamente a las martirizadas masas palestinas, y saldar cuentas desde adentro, y combatiendo casa a casa, como se hizo en el Líbano, para aplastar al ejército sionista contrarrevolucionario que ocupa la nación palestina.
Y en última instancia, el rol contrarrevolucionario de Chávez de apoyar a los Ayatollahs, odiado por la clase obrera, es el mismo que juegan los Ayatollahs cuando sostienen a Al Sadr y al gobierno del protectorado yanqui en Irak, o al de Siniora en el Líbano.

Creemos, camaradas, que con la carta de ustedes sobre la cuestión de Chávez y con estos aportes que aquí hacemos, quizás terminemos de llegar al corazón del problema, y para que esta fracción tan progresiva de los trotskistas iraníes, que ha comenzado un proceso de ruptura con Alan Woods, vaya realmente al trotskismo.
La soga del nudo que tenemos que ayudarle a romper a los trotskistas iraníes y que les impide avanzar tiene dos puntas. Una de las puntas es la que ustedes plantean en relación en que el IRMT no denuncia hasta el final el nefasto rol de las burguesías nacionales y sus pactos contrarrevolucionarios con el imperialismo para frenar los focos revolucionarios calientes del planeta, como es el caso de Chávez y todas las burguesías bolivarianas. Pero también, la soga tiene otra punta, que es que los camaradas de Irán no ven y no ubican su programa en función de la situación de Irán y del régimen de los Ayatollahs con el imperialismo, y por lo tanto no terminan de denunciarlo a dicho régimen y de atacarlo abiertamente como que es el que sostiene al plan del imperialismo en Medio Oriente, e inclusive al estado de Israel, con su política de pactos contrarrevolucionarios en Palestina, en el Líbano, en Irak y en el mismo Irán.

Carlos Munzer por el SCI de la FLTI
24/04/2010

 

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