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Kirguistán - Mayo de 2020

Con una gran acción independiente de masas que desarmó a la policía asesina en las calles, que ocupó la casa de gobierno y derrotó al gobierno de Bakiev el agente de Obama


¡En Kirguistán ha estallado
la revolución proletaria!


¡La clase obrera mundial debe seguir el camino de los obreros y campesinos kirguizes para que la crisis la paguen los capitalistas!

 

En Kirguistán, ex república soviética musulmana del centro de Asia, la burguesía y el gobierno de K. Bakiev, agente de Obama, empujados por la crisis económica mundial imperialista, descargaron un brutal ataque contra las masas. Un aumento del 200% en los servicios de electricidad y agua, como así también de los combustibles y teléfonos móviles, hicieron que aumenten de forma abrupta todos los elementos básicos. Ante semejante ataque las masas irrumpieron, el pasado 7 de abril, con una enorme acción de masas espontánea que derrotó y desarmó a la policía asesina poniendo en pie milicias obreras, resurgiendo los kurultays-asambleas populares-, ocupando los edificios gubernamentales, quemando las comisarías y derrocando al gobierno asesino de K. Bakiev, dejando en las calles más de 500 mártires.
Lo que motorizó estas acciones revolucionarias de masas fue el incesante aumento de la carestía de la vida. Los explotados comprendieron que sin derrotar en las calles al gobierno y su policía asesina no hay posibilidad de conquistar el pan en una nación hundida por la burguesía en un fenomenal crack. Kirguistán venía de tener un crecimiento anual del 8,4%, para caer en 2009 a un 2,3% de forma abrupta, y la burguesía se jugó a que su bancarrota la paguen los explotados. Por ello, el gobierno del derrotado K. Bakiev venía intentando imponer una bonapartización aún mayor del régimen policíaco, aumentando su escalada de persecuciones a los luchadores obreros, asesinando y encarcelando a los líderes de los partidos de la oposición, cerrando canales de televisión y páginas web que tenían una política crítica con el gobierno.
Durante los primeros días de abril, las principales ciudades de Kirguistán se poblaron de movilizaciones y barricadas. Cada derrota aplicada a la policía por las masas obtenía como resultado una nueva milicia obrera marchando sobre la ciudadela del poder para derrotar al gobierno y frenar el ataque de los capitalistas. Las movilizaciones masivas comenzaron a darse a partir del martes 6 de abril en las capitales de provincias o departamentos aledaños a la Capital como en Talas, Naryn y Choi. En Talas, 10 mil personas se movilizaron desde los barrios obreros tomando las comisarías, prendiéndolas fuego y armándose mientras se dirigían a la casa de gobierno. Allí, fueron recibidos por una fuerte represión policial que respondió con ráfagas de metralleta y municiones de alto calibre, con granadas de mano y gases lacrimógenos, asesinando a varios manifestantes. Pero la movilización superó al cordón policial y llegaron hasta el palacio de gobierno, sacando del edificio al Ministro del Interior y pateándolo hasta el cansancio. Las masas derrocaron al gobierno de Talas y pusieron en su lugar un gobernador reconocido por ellos. Algo similar sucedió en Naryn y Choi.
Muchos de los manifestantes marcharon luego sobre Bishkek, la capital del país, donde el miércoles 7, el sector burgués “opositor” estaba llamando a realizar una movilización “pacífica y en silencio”. Pero la movilización, de alrededor de 5000 obreros y jóvenes explotados, superó a la oposición de Roza Otumbayeva, y se enfrentó a una brutal represión con la policía antimotín que tiraba a quemarropa contra los manifestantes. En esa verdadera batalla campal, que dejó un saldo de alrededor de 100 muertos y 1000 heridos, las masas derrotaron a la policía que huyó como rata mientras los manifestantes la apaleaban, apedreaban y le quitaban las armas. Una vez desarmada la policía, las masas se tomaron por asalto la Casa Blanca (nombre que lleva el edificio presidencial), el Parlamento y distintos edificios gubernamentales, como así también la central de policía, que terminaron totalmente incendiados y destruidos. También corrió la misma suerte la mansión de Bakiev, que fue saqueada e incendiada, donde los manifestantes mostraban ante las cámaras de televisión una foto de la mujer de Bakiev con un collar de diamantes y decían “miren estos diamantes, mientras nosotros apenas tenemos para sobrevivir”.
Como parte de las acciones revolucionarias, hoy, cientos de desocupados, tomaron en sus manos la resolución del problema de la vivienda. Con palos y piedras, y las armas tomadas a la policía, expropian las tierras de los terratenientes instalando asentamientos en las cercanías de las ciudades, donde encuentran más posibilidades de sobrevivir.
En la revolución del 2005, ya las masas se habían tomado las tierras de los alrededores de Bishkek y desde entonces miles de personas viven allí en las villas que construyeron -sin permiso y por eso sin derecho a ningún servicio social. Ahora los desocupados quieren hacer lo mismo, pero exigen que los funcionarios legalicen las tomas, para lo cual más de 1000 se enfrentaron con la policía.
También los discapacitados, alrededor de 200, se tomaron la casa del hijo de Bakiev -la parte que no fue totalmente quemada el 7 de abril- para convertirla en un refugio, centro de rehabilitación ocupacional y hospital para discapacitados, porque la subvención que les da el gobierno es de apenas 15 dólares por mes. Por eso están haciendo un petitorio, que por ahora tiene 1500 firmas, exigiendo que el gobierno legalice la ocupación.
Frente a esto y las tomas de tierras, el gobierno decretó que hasta junio -es decir, hasta que se realice el referéndum- no se podrán hacer transferencias de ningún tipo de propiedad privada y decretó además la criminalización de tomas de fábricas y establecimientos.
¡Viva las acciones independientesde las masas en Kirguistán! ¡Ha comenzado la revolución, viva la revolución!
La clase obrera no debe detener su marcha: ¡Ningún apoyo al gobierno burgués provisional! ¡Hay que centralizar los organismos de lucha de la clase obreray sus milicias, destruir la casta de oficiales de las FFAA y la base militar yanqui e imponer el poder obrero y campesino mediante una insurrección triunfante!

Esta heroica acción independiente de las masas derrotó en las calles al gobierno asesino de Bakiev, desarmó a la policía y dejó descalabrado al Estado y al régimen burgués. Sin embargo por no contar con una dirección revolucionaria a su frente, el proletariado no tomó el poder expropiando a la burguesía e imponiendo un gobierno obrero y campesino, el único gobierno que puede resolver las acuciantes necesidades de las masas. Esto fue aprovechado por los impostores de la burguesía de la “oposición” que intentan apropiarse de la revolución de la clase obrera kirguiz y que pusieron a Roza Otunbayeva en el poder.
Este no era el plan inicial de la burguesía opositora, que consistía en presionar al gobierno de Bakiev. Rosa Otunbayeva venía llamando a movilizaciones y protestas reclamando la democratización del régimen y utilizando estas movilizaciones para negociar un adelanto de las elecciones. Sin embargo, la protesta de las masas se les fue de control porque éstas irrumpieron de forma independiente poniendo en jaque al estado y el régimen.
Es que precisamente, previo a la acción de masas que derrocó a K. Bakiev, se estaba preparando un gobierno de unidad con el partido de Otunbayeva, donde se retirarían algunos ministros y funcionarios del gobierno para ser reemplazados por gente de la “oposición” a causa del gran desprestigio y odio que poseía el gobierno de Bakiev y su régimen policial ante las masas. La acción del miércoles 7 hizo volar por los aires este plan. El gobierno de Otunbayeva admitió que “no se esperaban llegar al poder de esta manera, todo fue muy rápido”. Este “gobierno provisional” es el que decidió acuartelar al ejército -de acuerdo con las órdenes recibidas del nuevo “Zar” Putín heredero de los Romanov que conocen de revoluciones-, y no usarlo para reprimir  por miedo a que la enorme muestra de decisión de las masas y su parcial armamento, termine por partirlo, con los soldados rasos pasándose a defender  a los explotados. Este gobierno provisional decretó el toque de queda pero éste no se respeta y la policía que seguía sin poder salir a las calles hoy se niega a trabajar y se movilizó al Ministerio de Defensa, exigiendo la renuncia del ministro del Interior. Alarmados, el presidente ruso, Dimitri Medvedev, junto al dictador Islam Karimov de Uzbekistán, han dicho públicamente que en Kirguizstán el estado ya no existe y “hay que revivirlo” para evitar “la balcanización de la región” o “un nuevo Afganistán”. Las condiciones del gobierno encabezado por Otunbayeva son de una absoluta debilidad, y está fundamentalmente sostenido por la base militar yanqui y por Rusia. Por ello es que preventivamente está llamando a la realización de elecciones parlamentarias y posiblemente presidendiales para el 10 de octubre y a un referéndum para el 27 de junio, a fin de consultar sobre la reforma constitucional, mientras se decretaron dos días de duelo por los muertos en la movilización.
Asimismo, para favorecer su “imagen democrática”, plantea que va a juzgar a todos los que hayan participado en el gobierno de Bakiev y sus negocios. Así, ya extraditó de Rusia al ministro del Interior al que se creía muerto y en realidad estaba allí hospitalizado, agradeciéndole a Moscú que lo haya devuelto a Kirguistán para así poder juzgarlo.
Esto provocó que Bakiev retirara su renuncia, aunque manteniéndose fuera del país acusando al gobierno provisional de no cumplir con su parte del trato, que era no tocar a su familia, muchos de los cuales eran miembros del gobierno.
La respuesta del gobierno fue pedir la extradición de Bakiev que está en Bielorrusia, en nombre del tratado de asistencia mutua que existe con ese país.
Kirguistán está ubicado en un lugar geopolítico estratégico. Era antiguamente lo que se conocía como la “ruta de la seda” y quien posea el control de esa región hoy, controla el paso a Asia, Medio Oriente y Rusia.
La restauración del capitalismo en las ex repúblicas soviéticas a partir de 1989, le permitió al imperialismo yanqui instalar en Manas, Norte de Kirguistán, una base aérea desde donde se apertrechan y rotan mensualmente 50 mil soldados entre marines, que suman alrededor de 35 mil, y tropas de la OTAN, y es desde allí donde se garantiza la ocupación de Afganistán.
Al mismo tiempo Rusia con su ejército contrarrevolucionario juega el rol de policía interna en distintas ex repúblicas soviéticas como en Kirguistán, al mismo tiempo que masacra en nacionalidades que oprime como a Chechenia y Osetia del Norte.
En Kirguistán posee una base militar en Kant, muy cerca de Manas, donde envió 150 paracaidistas y Putin salió inmediatamente a reconocer al gobierno de Otunbayeva, para que éste le garantice que la insurrección kirguiz no se extienda al resto de los países de la zona, lo que inmediatamente pondría al orden del día el inicio de la revolución en la propia Rusia.
En Kirguistán ha quedado establecido un doble poder: por un lado el de las masas movilizadas, las asambleas populares que resurgieron nuevamente y sus milicias obreras. Por el otro, un gobierno burgués ultra débil sostenido por un régimen y estado en crisis que se mantiene en pie por el sostén del imperialismo y su base militar, y por la nueva burguesía rusa que se juega la vida en impedir una nueva revolución de Octubre triunfante en una ex república soviética.
Por esto, según el calendario de la Revolución Rusa de 1917, estamos ante una “revolución de Febrero” ya que las masas derribaron al gobierno, establecieron un régimen de doble poder pero aún no avanzaron a la toma del poder y ésta es la tarea inmediata que tienen por delante las masas en Kirguistán.
Las masas deben fortalecer las milicias obreras marchando sobre los cuarteles, y que cada cuartel se convierta en consejo de soldados que destruya la casta de oficiales del ejército! ¡La insurrección de Kirguistán debe avanzar en destruir la base militar yanqui! Hay que expulsar a las tropas Rusas de Kant, esa policía interna represora de la nación kirguiz!
Para conquistar el pan, el trabajo, la tierra y la independencia nacional, la clase obrera y las masas no deben reconocer ningún gobierno burgués, porque de la mano, hoy , de la Otunbayeva no obtendrán ni el pan, ni la tierra ni viviendas dignas!
Para ello, no deben detener su marcha, sus movilizaciones, las actuales ocupaciones de tierras, las ocupaciones de fábricas. Hay que buscar el pan donde está: ¡hay que expropiar a toda la burguesía imperialista, nativa urbana y rural!
Para ello las masas armadas insurreccionadas desde los organismos de lucha que conquistaron, desde las asambleas populares -kurultays- que habían desaparecido después del 2005 y que hoy resurgen, deben poner en pie y centralizarse en un fuerte organismo de obreros, campesinos y soldados armados. La tarea del momento es preparar una insurrección triunfante para que la clase obrera tome el poder.
¡Y este es el único camino para expropiar a la burguesía y restaurar  la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias!
El imperialismo y la burguesía internacional sostienen al gobierno provisionalde Otunbayeva
El carácter internacional de la revoluciónen Kirguistán

Toda la política actual del gobierno burgués provisional junto al imperialismo es para estabilizar rápidamente esta región altamente conflictiva. Es que Kirguistán, una ex república musulmana soviética, se encuentra ubicada en la frontera noreste de China y al norte de Afganistán y cerca de la frontera con Kazajstán desde donde el imperialismo yanqui garantiza la ofensiva contrarrevolucionaria y de ocupación de Afganistán.
Así es que Rusia y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) salieron de inmediato a dar su apoyo al gobierno provisional de Otunbayeva, incluso económicamente. Más tarde, viendo el desarrollo de los acontecimientos, enviados directos del gobierno de EE.UU. se reunieron el 15 de abril con enviados de Rusia, la OSCE y la ONU en Kazajstán. Mediante conversaciones telefónicas directas de los presidentes de esos países se dictó a K. Bakiev su carta de renuncia y las condiciones de la misma para que la presente ante el gobierno provisional. Esta “misión de paz” convenció al gobierno provisional de dejarlo partir a Bakiev “para evitar más víctimas”, es decir para apaciguar a las masas que dominan las calles de la nación kirguiz. Es evidente que las distintas potencias imperialistas han cerrado filas para evitar que la “revolución de febrero” kirguiz se profundice y tumbe al débil gobierno provisional, extendiéndose a Uzbekistán, y Tayikistán, y sobre todo a Rusia, en momentos en que Putin tiene que salir a reavivar los fuegos nacionalistas contra Chechenia y Daguestán para opacar las manifestaciones en contra de su gobierno ante la brutal crisis económica.
El terror que les provoca la irrupción de la revolución kirguis y que esta se cuele en las naciones de la región es lo que le hace manifestar a Medvedev, presidente de Rusia, su preocupación para que prontamente se “restaure el estado en Kirguistán” puesto que el mismo “no existe en este momento. En tanto que Islam Karimov, que preside Uzbekistán teme que la inestabilidad en ese país “se vuelva permanente”. Y con temor recordaba, que semanas después de “la revolución de los tulipanes” en el 2005, comenzó un enorme levantamiento contra su gobierno, levantamiento que “debió ser aplastado” brutalmente.
Por ello el triunfo de la revolución en Kirguistán es inseparable de la tarea inmediata de destruir la base  militar  yanqui, tomar  el poder expropiando a la burguesía y extender la revolución a Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Kazajstán, imponiendo la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias. ¡Por una Federación de repúblicas soviéticas musulmanas!
El triunfo de la revolución proletaria es de vida o muerte para las masas explotadas de la región, ya que el imperialismo que es reacción en toda la línea, no permite que surjan naciones independientes ni nuevas potencias imperialistas; si ésta no triunfa el imperialismo ocupará Kirguistán, lo partirá desmembrándolo, balcanizando la región e impondrá peores condiciones de hambre, miseria y esclavitud transformando a estas naciones en nuevos protectorados, tal como lo hizo con Irak.
Al mismo tiempo, esto daría un enorme impulso revolucionario a la resistencia afgana, iraquí, palestina y de todo Medio Oriente contra el invasor imperialista. Porque un gobierno obrero y campesino kirguiz podría disputarle la resistencia afgana a la dirección burguesa, para que pueda avanzar en expulsar al imperialismo con una revolución que instaure la dictadura del proletariado en Afganistán.
De la misma manera, una revolución triunfante en Kirguistán, sería un enorme impulso para la resistencia chechena contra las tropas blancas del carnicero ruso Putín e impulsaría el combate del proletariado en todas las ex repúblicas soviéticas, donde la restauración capitalista provocó la más grande de las catástrofes contra las masas.
Pero fundamentalmente, el proletariado y las masas kirguizes le marcan el camino por el que debe avanzar la clase obrera griega para derrotar el ataque de Papandreu y de los parásitos del capital financiero yanqui y alemán, y que la “Chispa en Atenas” incendie París y toda la Europa Imperialista con la revolución socialista. Esta es la verdadera fortaleza de la acción de las masas en Kirguistán.
La revolución en Kirguistán es el principal aliado de las cientos de revueltas campesinas contra la burguesía de los mandarines rojos del PC chino, y de la heroica lucha de los obreros metalúrgicos de Tonghua y Lingzou que hicieron rodar la cabeza de sus patrones, revueltas y heroicas luchas políticas de los obreros y campesinos que sólo pueden triunfar abriendo la tercera revolución china.
Sin embargo, la revolución kirguiz no puede sostenerse si no se desarrolla como una única y misma revolución socialista en todos los ex estados obreros, comenzando por la “Rusia de los nuevos Zares y su ejército blanco contrarrevolucionario”.
La clase obrera rusa que viene levantándose en más de 50 ciudades contra el ataque de Putín, no puede ni soñar con derrotar el ataque del nuevo “Zar” de los stalinistas devenidos en burgueses, si no levanta las demandas democrático revolucionarias de las naciones oprimidas por la Rusia capitalista. El proletariado ruso debe levantar el grito de “Ustedes hacen las guerras, nosotros ponemos los muertos” ¡Fuera las tropas rusas de Kirguistán! ¡Fuera el asesino Putín y su ejército blanco de Chechenia! ¡Por la derrota del ejército ruso y por el triunfo de la resistencia chechena! ¡Por una Chechenia independiente obrera y socialista! ¡Por un Kirguistán soviético obrero y socialista!
La clase obrera rusa debe imponer la unidad con la clase obrera de Armenia, Azerbaiján, Georgia, Letonia, Lituania, y Ucrania para derrotar al imperialismo yanqui planteando en primer lugar ¡El enemigo esta en casa, es Putín, la burguesía rusa y su ejército blanco opresor y asesino! Solo en este camino, el proletariado ruso podrá derrotar el ataque de su gobierno y acaudillar el combate por la restauración de la dictadura del proletariado bajo formas revolucionarias. Esta es la tarea que se desprende de la heroica revolución puesta en marcha por los obreros y campesinos de Kirguistán.
La dirección revolucionaria que necesitan para guiar este combate al triunfo es la IV Internacional refundada en base a su programa de 1938, el partido mundial de la revolución socialista, enemigo irreductible de las direccionares traidoras del proletariado.
El reformismo se ha llamado al silencio frente a la revolución kirguiz. Su silencio no es parálisis, es la política de cercar la revolución desde las aristocracias y burocracias obreras de los países imperialistas y sus partidos reformistas de stalinistas y renegados del trotskismo. Así lo hicieron ayer con la grandiosa revolución en Madagascar hoy cercada. Esas direcciones agrupadas en el Foro Social Mundial y ahora en la V Internacional conspiran para llevar al proletariado a la derrota. Lo vienen haciendo con el combate de las masas griegas para que no acaudille la revolución en toda la Europa imperialista y así lo vienen haciendo en Latinoamérica sosteniendo los pactos contrarrevolucionarios de las burguesías bolivarianas y el imperialismo vestido de Obama contra las masas.
Son estos pactos contrarrevolucionarios que actúan en Bolivia, Colombia, Venezuela y recientemente en Honduras los que hoy permiten que la burocracia restauracionista de los hermanos Castro esté avanzando en la restauración capitalista en Cuba. La revolución en Kirguistán es la fuerza que necesita el proletariado cubano para sublevarse contra la restauración capitalista e impedir una enorme derrota para la clase obrera mundial.
La FLTI ubicada en la barricada de las masas revolucionarias de Kirguistán tiene sus fuerzas empeñadas en conquistar un Comité Refundador de la IV Internacional de 1938 para devolverle al proletariado su dirección revolucionaria.•

Secretariado de Coordinación Internacional de la FLTI

 

 
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