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En la época imperialista solo puede haber sindicatos independientes bajo una dirección revolucionaria

Hoy ante el asesinato del joven militante Mariano Ferreyra, la tarea de imponer la independencia de los sindicatos del estado burgués y derrotar a la burocracia se ha puesto al rojo vivo.
La IV Internacional hace 70 años definió que “El gobierno de los países atrasados, o sea coloniales o semicoloniales, asume en general un carácter bonapartista o semibonapartista (…) los sindicatos: o están bajo el patrocinio especial del estado o sujetos a una cruel persecución. Este tutelaje del estado está determinado por dos grandes tareas que éste debe encarar: en primer lugar atraer a la clase obrera, para así ganar un punto de apoyo para la resistencia a las pretensiones excesivas por parte del imperialismo y al mismo tiempo disciplinar a los mismos obreros poniéndolos bajo control de una burocracia”. Y continuaba afirmando a renglón seguido que “El capitalismo monopolista cada vez tiene menos interés en transigir con la independencia de los sindicatos. Exige que la burocracia reformista y la aristocracia obrera, que picotean las migajas que caen de su mesa, se transformen en su policía política a los ojos de la clase obrera. Cuando no se puede lograr esto, se reemplaza la burocracia por el fascismo”.  En esta definición se puede ver con total claridad los dos modelos reaccionarios y antiobreros contra los explotados en los que se debaten las pandillas burguesas de los Kirchner y la oposición gorila.

Por ello el camarada León Trotsky planteaba al proletariado revolucionario que “Tenemos que adaptarnos a las condiciones existentes en cada país dado para movilizar a las masas no sólo contra la burguesía sino también contra el régimen totalitario de los propios sindicatos y contra los dirigentes que sustentan ese régimen. La primera consigna de esta lucha es: independencia total e incondicional de los sindicatos respecto del estado capitalista. Esto significa luchar por convertir los sindicatos en organismos de las grandes masas explotadas y no de la aristocracia obrera”. La izquierda reformista se niega a combatir por esta perspectiva.
Como quedó demostrado en la reciente masacre de Barracas, la burguesía no duda y no dudará en utilizar, además de sus fuerzas de represión “legales”, a bandas fascistas, paramilitares, parapoliciales, y a los pistoleros y matones de las burocracias sindicales. Como siempre, los reformistas de todo pelaje, inculcan en la conciencia proletaria el veneno del pacifismo, la confianza en que se puede enfrentar la represión del capital apelando a las instituciones de la “democracia”, a las leyes, los jueces, etc.
Contra toda utopía reformista de corrientes pequeñoburguesas, en la época imperialista, los sindicatos no pueden ser ya políticamente neutrales, es decir, no pueden seguir limitados únicamente a servir las necesidades cotidianas de la clase obrera. No pueden ya ser sindicatos anarquistas, porque no se puede ya negar la importancia del papel del Estado patronal en la sociedad capitalista. No pueden ser ya sindicatos reformistas, porque las condiciones del capitalismo en putrefacción no dejan ya lugar a ninguna reforma seria ni duradera. Por ello, los sindicatos devienen, en manos de la burocracia sindical y los reformistas de todo pelaje, en instrumentos secundarios del capitalismo imperialista para subordinar a los obreros y obstaculizar la revolución; o por el contrario, pueden convertirse en un instrumento del movimiento revolucionario del proletariado, si tienen a su frente a una dirección revolucionaria que haya conquistado ese lugar en el combate en el seno de la clase obrera y los explotados. ¡La clase obrera necesita direcciones revolucionarias en los sindicatos para luchar seriamente por sus demandas y las del conjunto de los explotados!

El “Pacto Social” de los Kirchner y el modelo “neolibertador” de la oposición gorila…
Dos puntas de una misma soga para estrangular a la clase obrera

El cobarde asesinato de Mariano Ferreyra puso al desnudo una vez más los mecanismos antiobreros del régimen infame del Pacto Social del imperialismo, el gobierno de los Kirchner, la oposición gorila y la burocracia sindical, esos verdaderos ministros sin cartera del gobierno.
Debido a las derrotas impuestas a los sectores más combativos de la clase obrera y sin tener un punto de referencia donde reagrupar sus fuerzas, el conjunto del movimiento obrero ha quedado a merced de los burócratas traidores de la CGT y la CTA, quienes a su vez los ponen de rodillas ante las distintas pandillas burguesas. De esta manera, la clase obrera es obligada a elegir con una pistola en la cabeza entre dos variantes burguesas. Por un lado, los negreros kirchneristas, sostenidos en los pistoleros de la burocracia y el régimen infame del pacto social asentado en la estatización extrema de los sindicatos; y por el otro por los capangas de la oposición gorila de la burguesía agraria y los políticos patronales, como la Carrió, Macri, Cobos, etc. apoyada en la casta de jueces videlista-peronista-radical y sus fallos de “libertad sindical” que con su modelo de régimen “neolibertador”, intenta atomizar y liquidar los sindicatos y las organizaciones obreras. ¡Son dos variantes antiobreras para garantizar el saqueo imperialista de la nación! Por eso, al sector de la clase obrera que se escapa de estas dos puntas de una misma soga que ahorca al proletariado bajo el mando del imperialismo, el estado actúa con represión asesina como la que sufrimos en Barracas con el asesinato de Mariano Ferreyra. 
Luego de imponer las paritarias de hambre firmadas por la burocracia con la patronal y el gobierno; con duros ataques a los sectores mas combativos de la clase obrera como en Kraft y Paraná Metal aprovechando la división de las filas obreras; con Moyano asumiendo la presidencia del PJ bonaerense y luego del acto de la CGT y el gobierno en el Estadio de River; vino el ataque asesino contra los trabajadores tercerizados del Roca.
Estamos ante un Kirchnerato asentado en la estatización de los sindicatos al mejor estilo menemista, con burócratas sindicales millonarios que son directamente empresarios y mantienen oprimido al movimiento obrero esclavizado en las fábricas con sus pistoleros a sueldo. ¿Democracia para la clase obrera?, ¡las pelotas!
Estos son los resultados de la política de los bolivarianos que comandados por el restaurador del capitalismo en Cuba, Fidel Castro, vino a decirle a los trabajadores que apoyen a los Kirchner que ellos repartirían la riqueza. El gobierno sostenido en los pistoleros de la CGT lo que reparte es miseria y garrote contra la clase obrera y cuenta con la CTA para controlar y disciplinar a los sectores más combativos de los trabajadores como lo demostraron traicionando a los obreros de Paraná Metal.

 

 

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